Sea la época del año que sea, en muchos hogares los alimentos calientes son habituales en muchos hogares. Comidas y bebidas calientes se convierten en pan de cada día para nutrir nuestro cuerpo. Sin embargo, muchas veces se tiende a consumir comidas excesivamente calientes, lo que puede acarrear perjuicios en la salud a largo plazo.
Las sopas, cremas y platos de cuchara caliente, son una opción excelente no sólo para calentar el cuerpo, sino para combatir el hambre, ya que las comidas calientes sacian más, combinadas con alimentos ricos en proteínas, fibra y agua como las legumbres o las verduras, nos permite controlar el peso en esta época del año.
Otro beneficio de las comidas calientes es que éstas facilitan la digestión. El cuerpo humano se encuentra a unos 37º de temperatura, por lo que toda la comida que ingiere se calienta al entrar en el cuerpo. Al consumir alimentos fríos, la digestión es más lenta, puesto que el estómago deberá dedicar tiempo a calentar la comida, retrasando paso hacia el intestino delgado; un proceso que se agiliza al tomar los alimentos calientes.
No obstante, no todo son beneficios, hay que tener cuidado con la temperatura a la que tomamos los alimentos calientes. Los nutricionistas consideran 'muy caliente' cuando la comida supera los 40-50 grados.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado del peligro que supone ingerir bebidas muy calientes, ya que podrían causar cáncer de esófago. Tras un análisis del posible efecto cancerígeno de consumir café, mate y otros líquidos calientes, los científicos encargados de la investigación llegaron a la conclusión de que el riesgo residía en la temperatura, y no en las bebidas en sí.
“Los resultados muestran que ingerir bebidas muy calientes probablemente causan cáncer en el esófago y que es la temperatura y no las propias bebidas las que parecen ser las responsables”, comenta Christopher Wild, director de la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer, dependiente de la OMS.
Además del mencionado cáncer de esófago, tomar la comida muy caliente puede provocar quemaduras en la lengua, el paladar o la faringe, alterar las papilas y favorecer la aparición de úlceras. Lo mejor es no tomar los alimentos a más de 40-50 grados para no exponer el cuerpo a este tipo de daños.
Otro pequeño riesgo de tomar la comida caliente es que, al cocinarla, se produce una pérdida de nutrientes, por lo que es interesante saber cómo minimizarla para aprovechar mejor las propiedades de los alimentos.
Estos no son los únicos riesgos, aunque sí los más importantes. Otros problemas ocasionados por las bebidas y comidas muy calientes son:
Con altas temperaturas, la mucosa y membranas orales pueden sufrir quemaduras, podrían también desencadenarse inflamaciones, enrojecimiento, alteraciones de las papilas gustativas, perdiendo así por algunos días el sentido del gusto y la sensibilidad. Debemos respetar las temperaturas permitidas en nuestro cuerpo, comer caliente o extremadamente caliente no es lo mismo ni tiene las mismas consecuencias.
Cuando tomamos una bebida o una comida excesivamente caliente o fría, estamos atacando directamente la integridad de los distintos elementos de la boca. El organismo está preparado para digerir los alimentos con una determinada temperatura. El cuerpo humano tiene una temperatura de 37 grados centígrados, por lo que todos los tejidos están preparados para tratar con esta temperatura y no sufrir daños. Cualquier contacto con líquidos o sólidos a una temperatura mayor, puede causar serios daños. Sobre todo, en las partes blandas que forman nuestro aparato digestivo.
Lo ideal es consumir los líquidos a una temperatura que oscile entre los 30 y los 40º C, una temperatura que puede considerarse normal y que, aunque en la parte más elevada de la horquilla pueda causar algún daño menor, la propia saliva puede controlar y evitar que se produzcan daños más severos. Es importante recordarlo, ya que las llagas pueden aparecer también en el esófago y en el estómago, con todos los problemas que esto conlleva.
Pero no se trata solo de bebidas o comidas calientes. Si estos están excesivamente fríos, también pueden provocar daños. Un alimento muy frío, como por ejemplo un polo de hielo o un cubito, pueden llegar a causar también un efecto de abrasión en las partes blandas con la presencia de llagas y aftas que pueden resultar muy molestas. Hay que evitar los extremos y evitar completamente los alimentos calientes o fríos, consumiendo solo los que estén con una temperatura adecuada a nuestro paladar.