Lo hacemos todos los días, pero no siempre de manera satisfactoria. Dormir bien es necesario si queremos mantener una buena salud. Durante la noche se activan los procesos de reparación biológicos, el sistema inmune se resetea y el cerebro también realiza su puesta a punto a través de distintos procesos en la que los distintos tipos de memoria se ordenan.
Incrementar la calidad del sueño depende de varios factores relacionados con el estilo de vida. Los más importantes son la estabilidad en los horarios y la alimentación. Llevar un horario inestable, lo que se conoce como jet lag social, está relacionado con indicadores metabólicos vinculados con la mala salud. Una diferencia de jet lag social de dos horas es el límite a partir del cual se empiezan a observar esos biomarcadores poco saludables, según un estudio del Instituto Nacional para el Envejecimiento de Estados Unidos.
La alimentación es, como decíamos, otro de los pilares para dormir bien. Al tiempo que hay nutrientes que nos llenan de vitalidad y reducen la capacidad de conciliar el sueño, existen otros que pueden ayudarnos a descansar. En el primer grupo, están los alimentos con vitamina C y estimulantes como el café y las bebidas con teína o cafeína.
En el segundo apartado, el de hacernos dormir como un bebé, los alimentos con triptófano, como el plátano, la patata y la leche. Todos recordamos eso de irnos a la cama después de un vaso de leche. ¿Por qué? El triptófano es un aminoácido que, una vez absorbido, tiene que atravesar la barrera hematoencefálica y llegar al cerebro. Allí permite la síntesis de serotonina y melatonina, que mejoran la inducción y la calidad del sueño.
Si tienes curiosidad sobre otros alimentos que nos ayudan a lograr un descanso reparador, Flora González los comparte en este vídeo, muy útil para alimentarnos bien y dormir mejor.