La presencia de garrapatas siempre ha estado ahí y se guarda especial cuidado cuando hay un perro en casa, ya que más allá de engancharse a ellos puede terminar afectando a los animales, mostrando síntomas de malestar e incluso fiebre. Ahora, tras un estudio desarrollado por la Universidad de Zaragoza, han alertado de la rápida proliferación que se está produciendo en nuestro país de la garrapata Rhipicephaluz hibericus. Y no solo preocupa por cómo puede afectar a los animales, sino que también por las enfermedades que puede transmitir a humanos.
El estudio de la universidad aragonesa establece que esta garrapata es especialmente prevalente en la ribera del río Ebro, muy cerca del barrio de Zaragoza de La Cartuja Baja. Los expertos han podido constatar que se están parasitando ejemplares jóvenes de musarañas, lirones e incluso ratas, detectándose la garrapata también en animales adultos más grandes, como zorros o corzos, lo que aumenta la probabilidad de contacto con los humanos y los perros.
El peligro de las garrapatas surge en que son capaces de transmitir enfermedades como el tifus, la enfermedad de Lyme o la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, que ha llegado a ser mortal en algunos casos. La garrapata que se ha descubierto señalan que podría ser un vector de la Rickettsia massiliae, una bacteria causante de fiebres que también afectan a humanos.
La presencia de la ahora conocida como garrapata ibérica sostienen que puede llegar a convertirse en un desafío para la salud pública debido al cambio climático, que permite la expansión de estas especies fuera de sus hábitats naturales y afectando a otras especies.
En caso de que una garrapata se llegue a adherir a la piel, se debe quitar cuanto antes utilizando guantes o pinzas para sujetarla y tirar de ella hacia arriba para intentar retirarla. Si fuese necesario, se puede acudir a la consulta médica para que sea extraída por parte del personal sanitario. No se debe nunca ni aplastarla, reventarla o quemarla, ni utilizar remedios caseros como el calor, ya que de esa forma puede aumentar el riesgo de que regurgite su material digestivo dentro de la piel.
Los días posteriores a la exposición de una garrapata son clave, y si en los diez días después aparece fiebre, lesiones en la piel, dolores articulares o signos de hematomas o sangrado, se debe acudir al médico.