Dicen que el ser humano no está "biológicamente diseñado" para ser feliz. Que si fuéramos permanentemente felices perderíamos muchas de las facultades que nos permiten sobrevivir y que tienen que ver con el casi permanente estado de alerta e insatisfacción en que vivimos. La incomodidad como factor de supervivencia de la especie. Sin embargo, esto no quiere decir que no busquemos la felicidad ni que esta no exista. Tan es así que incluso hemos identificado científicamente una serie de hormonas que consideramos 'de la felicidad': dopamina, oxitocina, serotonina y endorfina.
Y es esa la razón por la que desde hace décadas los nutricionistas se empeñan en encontrar los alimentos que nos ayudan a producir estas hormonas, mismas que han hecho del chocolate, por ejemplo, una especie de estrella de la fiesta cuando se trata de darte chutes de felicidad. Hay sin embargo, otro alimento que según un estudio de la Universidad de Cambridge, es capaz de acelerar en menos de una semana la creación de neurotransmisores que generan hormonas de la felicidad, como la serotonina. Y ese alimento no es otro que el Kiwi.
Como se sabe, el kiwi es el fruto de una vaya llamada Actinidia deliciosa originaria de una gran área de China, sobre todo de los bosques del valle del río Yangtsé y la razón por la que parece siempre ligada a Nueva Zelanda es que fue llevada a ese país en 1904, donde desde entonces ha sido cultivada con profusión y donde, de hecho se le bautizó al fruto con ese nombre porque recordaría vagamente al ave 'kiwi' que habita en el país.
Es una de las frutas con mayor concentración de vitamina C. Como todas las frutas, el kiwi es rico en agua y en potasio, aunque su interés nutricional radica en gran parte en la cantidad de vitamina C de la que nos provee, ya que 100 gr. de Kiwi cubren el 100% de nuestras necesidades en esta vitamina. Además se han señalado también sus poderes digestivos, ya que al parecer sus numerosas semillas contribuyen a estimular el tránsito intestinal.
Así que puede que la felicidad no sea permanente, pero al menos podemos darnos, más o menos de octubre a marzo, un buen atracón de ella en la forma de kiwis.