Dormir mal puede dañar la salud individual y también el bienestar de una pareja. Moverse mucho, apropiarse de sábanas o mantas o invadir el espacio de colchón no solo resulta incómodo en el momento, sino que nos hace estar en modo zombi al día siguiente. Si a esto, además, se añade a otros problemas típicos en algunas etapas vitales, tratar de descansar puede ser una pesadilla.
La menopausia es uno de esos momentos. La calidad del sueño se resiente en las mujeres menopáusicas: es más ligero, menos reparador y, de propina, suele estar aliñado de sofocos nocturnos. Una solución al problema es el famoso divorcio de camas, habitación incluida, pero antes de llegar a lo drástico, se puede intentar una tercera vía: el divorcio de colchón o de edredón, lo que ya se conoce como el método escandinavo de sueño.
Un mal dormir no solo puede afectarnos biológicamente, sino que también puede impactar cómo nos relacionamos con nuestra pareja. Cuando tenemos una baja calidad en el sueño, las peleas son más comunes y nuestra voluntad para escuchar al otro disminuye.
El método de sueño escandinavo original consistía en dormir en un solo colchón, pero con diferentes edredones para evitar que un miembro de la pareja se apropiara de él. El método se ha popularizado tanto que algunos países europeos ya están vendiendo juegos de cama con dos sábanas encimeras para poder usarse en un solo colchón. Los países nórdicos son los más adeptos a la tendencia, ya que su clima hace necesario el uso de un edredón de más o menos grosor durante todo el año.
Otra tendencia al alza es dormir en dos colchones formando una sola cama, de manera que el descanso de la pareja es totalmente independiente, así como la ropa de cama. La principal ventaja, sobre todo cuando se trata de camas articuladas, es que cada persona puede dormir como más cómodo le sea, sin tener que negociar cada milímetro de espacio.
Sobre el tamaño del colchón, depende del espacio disponible. Para un adulto, una cama empieza a ser confortable a partir de los 90 centímetros de ancho, aunque la medida ideal está en torno al 1.20.
Otra ventaja adicional es que cada miembro de la pareja puede elegir la firmeza y el material del colchón, lo que, en principio, propicia la calidad del descanso.
El método escandinavo de sueño tiene ventajas respecto al cambio de habitación. Si bien dormir en estancias separadas puede favorecer un mejor descanso, genera una pérdida de intimidad y de momentos compartidos. No hablamos solo de sexo (de hecho, 'sacarlo' fuera de la cama conyugal puede ser positivo), sino de los vínculos emocionales.
Para algunos psicólogos especializados en pareja, el divorcio de habitaciones puede ser la antesala del divorcio real. En una misma cama, pero con distintos colchones y diferentes sábanas, no se pierde en intimidad, pero se gana en independencia.