En Pescueza la población ha perdido el miedo a envejecer porque quien llega a una edad sabe que recibirá atención a demanda según vaya cumpliendo años sin necesidad de salir del pueblo. Y seguirá siendo así incluso cuando su salud se debilite o los achaques le hagan perder autonomía. Este pequeño municipio de Cáceres, a tres kilómetros del sur del río Alagón, impulsó un modelo de aldea adaptada que ha despertado el interés de otras muchas localidades, también fuera de España.
Como en el resto de la España rural, la población fue cayendo hasta quedarse, en 1993, sin colegio debido a la escasez de niños. "El siguiente temor fue perder también a nuestros mayores. Que acabasen en residencias o en las ciudades con sus hijos. Nadie quiere envejecer fuera de su casa. Antes de que eso ocurriera, decidimos adaptar el pueblo a ellos y dotarlo de los servicios que ofrece una residencia: psicología, terapia ocupacional, atención médica, dinamización deportiva, ayuda a domicilio, televigilancia…", nos explica Cristina Iglesias, presidenta de Amigos de Pescueza, una asociación que ha hecho de este municipio un referente en España en cuanto al cuidado de la llamada tercera edad, gracias al programa 'Quédate con nosotros', que se gestó en 2007.
Algunas calles aparecen con un carril pintado de color azul como símbolo de seguridad para caminar. Y en las zonas más empinadas hay pasamanos con los que ayudar. Si aún así tienen dificultad para andar, los vecinos tienen a su disposición un vehículo eléctrico que les facilita el transporte. "En general, el espacio público está pensado para hacer la vida más confortable a sus vecinos. Y lo que es más importante, ellos deciden cómo y dónde quieren vivir y qué necesitan para sentirse cuidados. Es la manera más natural de envejecer", añade Cristina. Como psicóloga, la presidenta de Amigos de Pescueza valora el impacto emocional que tiene el proyecto sobre los mayores. "Al ser una iniciativa que nació de los propios vecinos y en la que casi todo el mundo está involucrado de forma desinteresada, el efecto positivo enorme. Están con su gente, reciben una atención individualizada según sus necesidades y evitan esa soledad no deseada que está sufriendo la población de más edad en buena parte de España".
El centro neurálgico del proyecto es el Centro de día del pueblo, que además dispone de plazas residenciales. Se ocupan de cosas tan cotidianas como acompañamiento en las citas médicas, la compra u otras gestiones, la colada, la plancha, el aseo diario, la peluquería, etc. Desde la asociación se encargan de promover actividades que evitan que los ancianos se resignen a ver la vida pasar. Muchas de ellas tienen como fin la conexión intergeneracional y prevenir en lo posible el deterioro cognitivo.
Este trato respetuoso y personal implica otra manera de mirar al futuro y un modo de aportar riqueza emocional para el país, crecimiento demográfico para el pueblo y ahorro económico, especialmente para las familias. Cristina hace hincapié en el aspecto demográfico: "Antes del proyecto, Pescueza llevaba años sin ver un nacimiento. En los últimos años han nacido 17 niños. Poco a poco, se habían ido cerrando las puertas de las casas. Unas veces por defunción, otras porque los ancianos tenían mudarse a vivir con sus familiares, sabiendo que una vez que cerraban su casa, generalmente era para siempre. Ya no existe esa necesidad y, además, el pueblo está generando puestos de trabajo, un buen aliciente para que el pueblo crezca".
Uno de los mayores imanes de Pescueza es el Festivalino, un festival de música que se celebra desde 2008, fruto de esa iniciativa de los vecinos. A pesar de que se conoce como "el festival más pequeño del mundo", atrae cada año a miles de personas y grandes figuras de la música. La música acaba siendo el pretexto para convertir al pueblo en altavoz del medio rural, la despoblación y el respeto a la naturaleza y a las tradiciones. Este año El Festivalino lo abrieron las Tanxugueiras, con un concierto en la Plaza Mayor, y lo cerró el grupo Decai. Por él han pasado La Oreja de Van Gogh, Rozalén, Manuel Carrasco, Revólver, Nena Daconte y otros muchos artistas que han querido sumarse a la promoción del mundo rural.
Cristina insiste en que este modelo genera sentimiento de comunidad, atiende a las necesidades de cada vecino de un modo directo y personal y consigue que la edad no implique tener que romper el vínculo afectivo con el entorno, sus recuerdos y su gente. Es un envejecimiento saludable que, de paso, consigue dinamizar el entorno rural. Y nos cuenta que el éxito de este modelo ha despertado curiosidad en toda España e incluso en el resto de Europa. Es una forma de plantar cara a los problemas que trae consigo el envejecimiento acelerado de la población. En 2050, se calcula que uno de cada tres españoles será mayor de 65 años. Nos atañe a todos y Pescueza se ha adelantado al debate de cómo mejorar la vida del mayor, cómo adaptar espacios que permitan la autonomía o cómo mantener su integración en la sociedad y esa red de apoyo emocional y estimulante sin dejar de estar cuidado. El envejecimiento de la población es una realidad en todo Occidente y las aldeas adaptadas se están popularizando en países como Noruega, Estados Unidos, Austria y Países Bajos, donde se estudian otros modelos de cuidados.
A pesar del éxito de este modelo, Cristina advierte que no es un camino de rosas. Hasta ahora, ha sido un proyecto gestionado por los propios vecinos, pero la Junta de Extremadura no incluyó en los presupuestos de 2024 los 70.000 euros con los que contaban gracias a una subvención de tipo nominativo que recibían con el anterior Gobierno. "Este dinero permitía mantener los puestos de trabajo del centro de día y las plazas residenciales, además de gestionar el programa 'Quédate con nosotros'. De momento, es el Ayuntamiento quien ha conseguido que el proyecto continúe adelante, pero no nos gustaría depender de los vaivenes políticos", zanja.