¿Se puede usar la crema solar que sobró del año pasado?

Con el calor y el verano aquí, el tiempo invita a disfrutar de jornadas y ratitos en la playa, la piscina o la naturaleza. No obstante, es imprescindible llevar a cabo una rutina de cuidado de la piel siempre que nos expongamos a los rayos solares. Por eso, todos somos responsables del uso de cremas solares, no solo en el verano, sino también durante todo el año. Más allá de los motivos estéticos, como la aparición de manchas o arrugas, el uso de protectores solares evita el desarrollo de afecciones más graves, como el cáncer de piel.

La demanda de la compra y venta de protector solar, bronceadores, cremas hidratantes y lociones aftersun aumenta con la llegada de los meses estivales. Y con ello vuelve también una pregunta recurrente año tras año. ¿Sirven las del año pasado? ¿Las cremas solares caducan o podemos seguir usando las que quedan del verano anterior?

Lo cierto es que un bote de crema solar no es como comprar un perfume, muchas veces no se llega a utilizar por completo. Lo típico que vamos a ir unos días a la playa y compramos un bote de crema solar para ese tiempo y al volver no hemos gastado ni el 20%. Al año siguiente vamos a utilizar nuevamente el protector y nos acordamos de ese bote que compramos, pero no estamos seguros de si es adecuado o no.

La respuesta es sencilla: muchos dermatólogos recomiendan utilizar los fotoprotectores en la misma temporada una vez abiertos. Pasada la fecha de caducidad, que es de doce meses, el consumidor debe saber que ha perdido su eficacia protectora frente al sol y como barrera de sus efectos en la piel.

La vida útil del protector solar

En general, la vida útil de un protector solar es de 12 meses una vez abierto, pero esto depende de la forma en el que haya sido almacenado. Hay que saber que el producto podría perder su efectividad antes del tiempo si ha sido expuesto frecuentemente al sol, pues las altas temperaturas acelerarían el proceso de descomposición de los ingredientes activos del producto. Por ello, es importante conservar correctamente los productos de cuidado de la piel. En el caso de las cremas solares, no exponerlas a los rayos UV y mantenerlos almacenados en un lugar fresco y seco.

Dicho esto, los expertos explican que usar el protector solar del año anterior no supone un peligro, pero sí hay que desconfiar de la capacidad de protección de la crema, pues ha podido perder su efectividad. Así que, si el protector solar ha estado expuesto con mucha frecuencia al calor, no deberías usarlo este año, incluso si la fecha de caducidad aún no ha pasado.

También es importante conocer que, aunque no haya pasado el año una vez abierto el producto, si notas que la crema ha cambiado el color, el olor o la consistencia, significa que ha caducado y es peligrosa de usar. En ocasiones, el protector, aunque cumpla con todos los requisitos que hemos comentado, puede haberse estropeado por una mala conservación del envase (abierto sin la tapa, en ambientes con temperaturas muy altas como el interior de un vehículo en verano, etc). En algunos casos podemos ver que la emulsión se pierde y el protector aparece en dos fases. También, al tener un componente graso, el protector se puede enranciar y dar mal olor, además de adquirir una coloración amarillenta. Si ocurre cualquiera de estas dos circunstancias debemos desecharlo.

¿Qué puede pasar si utilizo un protector solar que no estaba en condiciones?

El utilizar un protector solar caducado o estropeado tiene como primera consecuencia que no va a realizar su función fotoprotectora. Lo mejor es desecharlo y comprar uno nuevo. Y, ¿cuál comprar? Cada persona tenemos un foto tipo de piel y debemos utilizar el más adecuado para nosotros.

Otra consecuencia de utilizar un fotoprotector caducado o que no estaba en buenas condiciones es la aparición de reacciones adversas en nuestra piel. Esto es debido a dos razones, la primera está relacionada con su pérdida de eficacia, de forma que estaremos expuestos a la radiación solar sin estar protegidos, produciéndose quemaduras y lesiones en la piel. Otros efectos se deben a reacciones del propio protector degradado con nuestra piel, produciendo irritaciones, alergias, eritemas, etc.