Es posible que a algún lector le suene el 'mom hair' o 'pelo de madre', el peinado que hasta hace unos años se adoptaba en Estados Unidos después de tener el primer hijo. Como requisito imprescindible para el 'mom hair', un buen corte de pelo.
Con ese precepto cada vez más establecido, una amplia cohorte de mujeres en sus 50 o incluso antes empezaron a acortar sus melenas según iban cumpliendo años y objetivos vitales. En muchos hogares, llegó un punto en el que el patrimonio del arreglo y cuidado personal correspondía a las hijas y nunca a sus madres. La leyenda, no tan urbana, de que a partir de una edad las mujeres comienzan a ser invisibles empezó a gestarse entonces. Con éxito. ¿Quién no recuerda la famosa frase de Carolina Herrera sobre la conveniencia del pelo largo a partir de una edad? "Solo las mujeres sin clase llevan el pelo largo a partir de los 40", dijo hace unos años la diseñadora venezolana.
Afortunadamente, una pléyade de mujeres maduras y poderosas comenzó a rebelarse frente al sometimiento que, de manera implícita, había en la consigna de cortarse el pelo. El cine, la televisión y las revistas de moda comenzaron a mostrar a actrices y modelos encantadas de llevar melena a cualquier edad: Sarah-Jessica Parker y sus bucles dorados, el pelazo de Demi Moore o las ondas surferas de Elle MacPherson, impresionantes todas con su pelo largo y sus más de 50.
En España, Ángela Molina luce una espléndida cabellera a los 67, no solo por motivos estéticos: "Mi pelo ha sido un compañero maravilloso toda la vida. También en el ámbito profesional. El cabello tiene un poder especial y nos influye como ninguna otra cosa en cómo nos vemos o sentimos. Ahora bien, hay que quererlo tal y como es", afirmaba recientemente en Yo Dona.
Por su parte, la influencer silver Pino Montesdeoca no solo hace bandera de su pelo, sino también de sus canas. Ninguna de las dos quiere aparentar juventud, sino un nuevo de modelo de belleza donde la autenticidad y el empoderamiento son más importantes que una piel sin arrugas. "Parecer joven no me interesa, llevar canas es precioso y mucho más barato", aseguraba la modelo en una entrevista a Uppers.
Algo está cambiando también en el mundo de la moda y la estética. Si hasta hace unos años, muchos peluqueros animaban a sus clientas a cortarse el pelo a partir de una edad, ahora la tendencia es la inversa. La melena larga no es patrimonio exclusivo de la juventud. La única condición es que el cabello esté cuidado, sano y brillante, con o sin canas.
Los estilistas se han dado cuenta de que las mujeres se sienten cada vez más libres de jugar y experimentar con su look. Las melenas largas son el reflejo de una feminidad que se siente valorada y atractiva, sin doblegarse ante los estereotipos. De manera incipiente, la madurez femenina comienza a admirarse de manera positiva, como siempre fue la de los hombres.
Mantener el pelo largo cuando no se es joven puede identificarse con cierto activismo femenino. "Me he preguntado muchas veces por qué hasta ahora se han visto tan pocas mujeres mayores con el pelo largo. Para mí el paradigma de esta tendencia es Jennifer López, melena y 53 años", afirma la psicóloga Lara Ferreiro, para quien someterse al dictado del pelo corto esconde ciertas flaquezas: "Parece que estas mujeres rechazan su propia feminidad y cuerpo. Su auto-imagen está muy devaluada porque asociamos el pelo largo con la juventud y la libertad. Lo que intentan es esconder su belleza, es una forma de auto-boicot. Muchas mujeres no se atreven porque no se gustan y llevan eso hasta esa parte de su físico", asegura la experta.
La comodidad es otro de los argumentos habituales, aunque también sea un argumento perverso: "Estas mujeres sienten que ya no tienen que seducir a nadie, ni siquiera a ellas mismas, lo cual es peligroso. Cada una tiene que hacer con su pelo lo que le apetezca y le haga feliz, pero es cierto que cuando salen canas, una manera de alejar esa imagen envejecida es cortarse el pelo", explica Ferreiro.
Pero quizá la peor razón para no dejarse el pelo largo es lo que la psicóloga llama "razones tóxicas". "Son esas creencias que tenemos interiorizadas de que ya no se tiene edad para llevar melena. Ahí también es importante el no querer sentirse criticada por los demás, esa también sería una razón social: 'me corto el pelo porque es lo que toca', pero no se han preguntado si esa es realmente su necesidad", señala la psicóloga.
La sociedad también ejerce una presión hacia las mujeres menopaúsicas, ya fuera del 'mercado reproductivo'. La psicóloga Lara Ferreiro lo confirma: "La sociedad es muchísimo más cruel con las mujeres que con los hombres. Se nos exige más y de manera asfixiante, de manera que acabas con presión y ansiedad. Existe una presión no solo hacia la menopausia, sino hacia aparentar ser joven, ser una súper madre y una súper profesional, y estar siempre de buen humor. La menopausia tiene otros añadidos: en consulta me dicen muchas mujeres que sienten que 'ya no sirven", asevera esta experta.
Sin embargo, las mujeres son algo más que personas gestantes. "Somos mucho más que madres. También somos personas sexualizadas; a partir de los 50 también puede venir una nueva adolescencia sexual en la que conoces tu cuerpo y puedes vivir la sexualidad de manera curiosa. En la menopausia hay que hacer un duelo, aceptar que ya no vamos a ser madres, pero, al tiempo, comienza una etapa que puede ser maravillosa", señala la psicóloga.
El rechazo a la menopausia y hacia un cuerpo más envejecido también puede ser producto, en opinión de esta experta, de un edadismo interiorizado, ayudado por la sociedad. "Hay toda una industria interesada por motivos económicos en que la mujer sea joven. Lo deseable sería envejecer de manera natural y no alterar el ciclo del tiempo, pero no es así. La cosmética y la medicina estética, por poner solo dos ejemplos, gira alrededor de que la mujer sea joven. Con el hombre no hay esa presión. Pero, además, es que el envejecimiento se ve como un proceso negativo, pero no es así. No tenemos que rechazar nuestro cuerpo por ser menopaúsicas", asegura Ferreiro.
Frente a todos esos obstáculos, muchos de ellos auto-impuestos, que limitan el poder de las mujeres, algo tan simple como una melena puede ser el antídoto contra tantas creencias limitantes: "El pelo largo es un símbolo de autoestima, de empoderamiento, de feminidad y de seducción para las mujeres que quieran llevarlo así. Lo importante es que nadie se corte el pelo por presión o por creencias tóxicas. Para muchas mujeres es sinónimo de fuerza e identidad; se sienten mucho más bellas, confiadas y seguras", sostiene la psicóloga.
La experta incide en la importancia del pelo en la construcción de nuestra identidad. "Ocho de cada diez personas se sienten mejor cuando están a gusto con su cabello, y el 80% de las personas con problemas capilares asegura que les influye a nivel emocional. El pelo es una de nuestras cartas de presentación al mundo", concluye esta experta. No solo es una manera de presentarse ante el mundo, sino de interaccionar con él. Rapunzel se sirvió de sus trenzas para encontrarse con la persona amada y la propia Ángela Molina ha admitido que siente su pelo "como una protección, como un manto".