Necesitamos al sol como fuente vital de energía y de vitamina D. Además de ser básico para metabolizar esta vitamina y reforzar el calcio de los huesos, nos ayuda regular los ritmos circadianos que nos ayudan a tener energía y descansar nada.
Sin embargo, hay que saber tomarlo, evitando las horas centrales del día y con una correcta protección. Una exposición excesiva y sin fotoprotección puede llevar a la intoxicación solar, un problema de salud potencialmente mortal. En los últimos años, ha habido un aumento en los casos de intoxicación solar debido a la falta de concienciación de lo que supone una exposición prolongada al sol.
A veces también falta información de lo que es este trastorno. La intoxicación solar es distinta a la alergia al sol, una reacción alérgica que surge ante cualquier exposición a la luz del sol. La causa exacta de la alergia al sol no se conoce con certeza, pero puede estar vinculada a una respuesta excesiva del sistema inmunológico ante la radiación UV.
Algunos pacientes pueden tener una predisposición genética a esta sensibilidad, mientras que otras pueden desarrollarla a lo largo de su vida. Otras causas también están relacionados con la combinación de determinadas sustancias de algunos productos cosméticos, por ejemplo, los de los perfumes o cremas, la ingesta de medicamentos, especialmente antibióticos y ciertos analgésicos, y patologías cutáneas.
La Escuela de Salud de la Universidad de Harvard ha investigado en qué consiste la intoxicación solar. Según explican, es una quemadura solar severa, con síntomas más graves que las lesiones menos importantes. Los síntomas más preocupantes son:
Cuando ocurre esto, estamos ante una quemadura de segundo grado. Entre las complicaciones más habituales están la deshidratación por pérdida de fluidos y electrolitos, infecciones de la piel, cefaleas, náuseas y vómitos, y lesiones en la piel que se mantienen tras la quemadura.
Algunos de estos síntomas son muy parecidos a la insolación o al golpe de calor. En este caso, la diferencia está en el que el golpe no lo provoca la exposición al sol, sino a las altas temperaturas.
Cuando los síntomas de la intoxicación solar incluyen todos los anteriormente descritos, más una piel con vesículas de color rojo vivo, es necesario acudir al médico, quien valorará qué tipo de tratamiento. En muchos casos, la terapia consiste en rehidratar, pautar analgésicos y en algún caso también antibióticos, sin descartar el ingreso en una unidad de quemados.
Los bebés, los niños y las personas muy mayores son más vulnerables que el resto a la intoxicación solar. Los menores porque son dependientes y las personas de edad porque tienen menos sensibilidad, tanto al frío como al calor.
También son especialmente vulnerables las personas con quemaduras solares previas y quienes estén consumiendo antibióticos, fármacos para la tensión arterial, analgésicos o infusiones como hierba de San Juan.
Para las demás personas, los dermatólogos aconsejan la siguiente protección: