Las cinco formas de envejecer, según un novedoso estudio

Si el envejecimiento se inicia en el momento del nacimiento y culmina con la muerte, se puede afirmar que vivir y envejecer no son más que sinónimos. Y que eso que llamamos vida es en realidad un deterioro constante y conmovedor de nuestro cuerpo. Y he aquí que la ciencia confirma una vez más lo que el diletante de la vida, nivel usuario, intuye: que nos vamos tostando de manera vertiginosa pero no por ello menos feliz. Eso sí, cada uno a su manera. Es decir que envejecemos al ritmo que nos imprimen factores que van de lo genético a lo ambiental y de los hábitos a la salud mental. Afortunadamente si algo tiene la ciencia son datos. Y casi siempre útiles. Unos recientemente difundidos explican, precisamente, al menos parte de esas diferencias a la hora de envejecer.

Para empezar, dicen en los expertos que "el volumen de materia gris (células cerebrales) aumenta rápidamente desde la mitad de la gestación en adelante, alcanzando su punto máximo justo antes de que tengamos seis años. Luego comienza a disminuir lentamente. El volumen de materia blanca (conexiones cerebrales) también aumenta rápidamente desde la mitad de la gestación hasta la primera infancia y alcanza su punto máximo justo antes de que tengamos 29 años. La disminución del volumen de materia blanca comienza a acelerarse después de los 50 años".

Lo dicho, "this world has only one sweet moment set aside for us", pero antes de freírnos todavía nos da tiempo de pensar en por qué nos freímos. Es por eso que hay estudios como el de Christos Davatzikos, de la Universidad de Pensilvania, publicado en 'Nature Medicine', en el que afirman los autores que "Se identificaron y cuantificaron cinco patrones dominantes de atrofia cerebral para cada individuo mediante las respectivas medidas, los índices R". Los individuos eran casi 50.000 así que digamos que se hicieron una idea bastante clara. Estas formas del envejecimiento serían, por decirlo de manera rudimentaria, como indicadores específicos cuya medida determina un rasgo de nuestro envejecimiento, desde la aparición del Alzheimer hasta las enfermedades cardiovasculares.

Lo malo es que estas diferencias no son visibles para el ojo humano, lo bueno es que observadas y analizadas mediante escáneres ayudados por la IA, podrían establecer "un enfoque dimensional para medir las trayectorias de envejecimiento y los cambios cerebrales relacionados. Son prometedores para diagnósticos precisos, especialmente en etapas preclínicas, lo que facilita el manejo personalizado de los pacientes y el reclutamiento para ensayos clínicos específicos en función de la expresión endofenotípica cerebral y el pronóstico".

Como se sabe, "el proceso de envejecimiento cerebral está influenciado por diversos factores ambientales, genéticos y de estilo de vida, así como por patologías relacionadas con la edad y a menudo coexistentes". Para determinar la influencia de estos factores los investigadores utilizaron nada menos que imágenes por resonancia magnética y métodos de inteligencia artificial. "Han sido fundamentales para comprender los cambios neuroanatómicos que ocurren durante el envejecimiento", aseguran.

Hay pues muchos factores que determinan nuestro tipo de envejecimiento. Como nos explicaba aquí Marcos Vázquez, autor de ‘Vive más. Reduce tu edad biológica y aumenta tu vitalidad’ (Grijalbo), el componente genético es importante, “pero no es más del 25%. Es decir, el 75% depende mucho más de lo que hacemos. Por lo que personas con estilos de vida distintos envejecerán a velocidades distintas, así que dos personas que de la misma edad cronológica pueden tener edades biológicas muy diferentes”.

Estudios como el citado son nuevas herramientas en la comprensión de ese vasto territorio inexplorado.