Las relaciones sexuales a partir de los 50 años pueden aportar numerosos beneficios para la salud física, mental y emocional. Estos beneficios se extienden más allá del placer y la intimidad, impactando de manera positiva en diversos aspectos del bienestar.
Estudios realizados por las universidades de Oxford y Coventry han encontrado asociaciones significativas entre la actividad sexual y la capacidad cognitiva en personas mayores de 50 años. “Mantener una vida sexual saludable en la vejez podría ser fundamental para mejorar la función cognitiva y el bienestar” afirma dicho estudio. Los resultados indican que quienes practican sexo regularmente presentan mejores habilidades cognitivas.
La actividad sexual regular puede ayudar a estimular el sistema inmunitario. Un estudio de la Universidad Wilkes encontró que las personas que tenían relaciones sexuales de una a dos veces por semana mostraban niveles más altos - hasta un 30% mayores - de inmunoglobulina A, un anticuerpo que actúa como primera línea de defensa contra infecciones. Además, tener relaciones sexuales más de tres veces al mes parece ofrecer un efecto protector contra enfermedades como la COVID-19.
El sexo puede beneficiar la salud cardiovascular, especialmente en las mujeres. Estudios, como el de “The American Journal of Cardiology”, han encontrado que aquellas que mantienen relaciones sexuales frecuentes tienen un menor riesgo de sufrir problemas cardiovasculares - en el caso de este estudio hasta un 50% menos -. En los hombres, la actividad sexual regular se relaciona con un menor riesgo de problemas cardíacos, aunque es importante que si se tienen dudas, se consulte con el médico para conocer los riesgos en función de su estado de salud.
El acto de tener relaciones sexuales mejora el deseo sexual. Para las mujeres, incrementa la lubricación vaginal, el flujo sanguíneo y la elasticidad, lo que hace que el sexo se sienta mejor y provoque que haya un mayor deseo sexual. La actividad sexual puede funcionar como un círculo virtuoso: cuanto más sexo se tiene, más se desea.
Un estudio realizado por el Trinity College Dublin reveló que las personas sexualmente activas tienen una percepción más positiva de su propia edad y son menos propensas a sentirse viejas o a preocuparse por las consecuencias de su propio envejecimiento. Se sienten más sanas y además por ello también aparecen con menor frecuencia posibles signos de depresión, lo que contribuye a un sentido general de juventud y vitalidad.
La actividad sexual libera endorfinas y otras sustancias que generan satisfacción y bienestar, lo que ayuda a reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo. Esto quedó demostrado con un estudio de 2019, que demuestra que la intimidad con la pareja, sea sexual o no, reduce los niveles de cortisol - la hormona del estrés -, tanto para hombre, como para mujeres. Esta mejora emocional se suma al bienestar físico y puede contribuir a una mejor calidad de vida en general.
Un estudio de Harvard que investigó a más de 30,000 hombres descubrió que una alta frecuencia de eyaculación puede reducir el riesgo de cáncer de próstata. Aquellos que eyaculaban más de 21 veces al mes tenían un menor riesgo de desarrollar esta enfermedad, lo que sugiere que la actividad sexual podría tener un papel protector.
Estos beneficios evidencian la importancia de mantener una vida sexual activa y saludable a medida que se envejece. La actividad sexual no solo contribuye al bienestar físico, sino que también tiene un impacto significativo en la salud mental y emocional. Por supuesto, es fundamental consultar con un profesional de la salud para adaptar la actividad sexual a las necesidades individuales y asegurarse de que sea segura y beneficiosa.