Verde, rojo, negro... pero ¿habías oído hablar del té azul? Dicen que su origen se sitúa en el monte Wuyi, en la provincia de Fujian y en Guangdong. Y para muchos, es el equivalente a la fuente de la juventud. Más allá de la leyenda, como se sabe, en la cultura china el té no solo es una bebida, sino una parte se bebe en una ceremonia que es un símbolo de hospitalidad y respeto.
Hoy el té oolong se produce sobre todo en Taiwán, donde se cultiva bajo condiciones climáticas únicas que le aportan un sabor especial. Se sitúa entre el té verde y el té negro, tanto en términos de sabor como en el nivel de oxidación, y se distingue por su proceso de elaboración complejo y artesanal.
La producción del té oolong es un proceso delicado que requiere de gran habilidad y experiencia. Este proceso implica varias etapas, como el marchitado, el sacudido, la oxidación parcial y el tostado. Una vez recolectadas las hojas, se dejan secar al sol para reducir su contenido de agua. Luego, las hojas se sacuden suavemente en cestas de bambú para que se rompan ligeramente, iniciando un proceso de oxidación que se detiene cuando alcanza entre el 10 % y el 70 %, dependiendo del tipo de oolong que se desee producir. Después de la oxidación, las hojas se enrollan y se secan con calor para fijar sus características de sabor. El enrollado, que puede ser en forma de bolas apretadas o en hojas más sueltas, influye en el sabor final del té. Algunos tés oolong pasan por un proceso adicional de tostado, lo que le aporta sabores más profundos y una sensación de calidez en el paladar.
El té oolong se destaca por su perfil de sabor complejo y versátil. Dependiendo del tipo y el grado de oxidación, el oolong puede tener notas florales, frutales, tostadas, cremosas, ahumadas o incluso un toque a nuez. Su sabor suele ser suave y persistente, con un equilibrio entre el cuerpo de los tés negros y la frescura de los tés verdes. Además, una particularidad del oolong es que puede ser infusionado varias veces, y cada infusión puede resaltar diferentes aspectos de su sabor y aroma. Las primeras infusiones tienden a ser más intensas y aromáticas, mientras que las posteriores ofrecen un sabor más suave y dulce.
El té oolong es rico en antioxidantes y otros compuestos beneficiosos para la salud. Algunos de los beneficios más destacados incluyen la pérdida de peso, por ejemplo, ya que puede ayudar a aumentar el metabolismo y la quema de grasas debido a su contenido de cafeína y catequinas, lo cual ha sido respaldado por algunos estudios. Además, los antioxidantes del oolong pueden ayudar a reducir los niveles de colesterol y mejorar la salud cardiovascular.
Esta variedad de te también promueve la salud digestiva y su consumo puede reducir problemas como la acidez estomacal. Algunos estudios han sugerido incluso que el oolong podría ayudar a regular los niveles de azúcar en sangre, lo cual puede ser beneficioso para personas con riesgo de diabetes tipo 2.
Sin embargo, sus mayores beneficios están en su efecto calmante y revitalizante, porque aunque como todo té, contiene cafeína, el oolong produce un efecto de calma y claridad mental, gracias a un aminoácido llamado L-teanina, que ayuda a reducir el estrés y mejora la concentración. Efectos todos que significan una revitalización del cerebro.
Generalmente, los expertos, se recomienda una temperatura de entre 85°C y 95°C (menos caliente que el agua para té negro, pero más que para el té verde) y un tiempo de infusión de 1 a 5 minutos, dependiendo del tipo de oolong y del gusto personal. Las hojas pueden reutilizarse para múltiples infusiones, especialmente en el método de preparación chino 'Gong fu cha', que utiliza una tetera pequeña y tiempos de infusión cortos para resaltar las distintas capas de sabor del oolong.