Puede que alguna vez te haya ocurrido que has confundido enfermedades. Algunas de ellas son muy similares y se diferencian por detalles, por las causas que la provocan o por la zona afectada. Uno de esos casos es el de la artritis y la artrosis. Siempre hay un dilema con las dos, parecen lo mismo, pero no. Ambas son patologías reumatológicas que afectan a las articulaciones, pero de forma distinta. ¿Sabías que hay más de un tipo de artritis? Aprende a distinguir estas enfermedades que aparecen con más frecuencia a partir de los 40 o 50 años.
Según la Sociedad Española de Reumatología (SER), la artrosis se ocasiona por una lesión en el cartílago articular, generando dolores, rigidez y pérdida de la movilidad en la zona afectada. Suele aparecer en la zona cervical y lumbar de la columna, pero también en los hombros, las caderas o los dedos, tanto de los pies como de las manos. Las personas mayores deben prestar especial atención a esta patología, ya que con el aumento de la edad es más probable que aparezca, sobre todo en mujeres a partir de los 40 o 50 años.
El principal fin de los tratamientos contra la artrosis es menguar la sensación de dolor, que muchas veces dificulta las tareas diarias, y retrasar su evolución. ¿Cómo? Se debe seguir una serie de medidas que mejoren la calidad de vida. Por ejemplo, evitando la obesidad llevando una dieta equilibrada y realizando ejercicio moderado. También se suele recomendar, mientras se descansa, el uso de la manta eléctrica en la zona dañada y un calzado de suela gruesa y blanda si se sufre artrosis en los pies.
A la mejora de la calidad de vida se le suma el tratamiento médico. El especialista puede recetarte analgésicos o antiinflamatorios para los dolores, pero también fármacos que ayuden a conservar el cartílago y evitar que se siga desgastando para que la enfermedad no continúe su evolución.
Por su lado, al igual que la artrosis, la artritis también afecta a las articulaciones, pero de una forma distinta. La artritis se presenta cuando las articulaciones se inflaman, pudiendo dañar a los tendones y los músculos de la zona. La artritis reumatoide afecta a las articulaciones causando dolor, hinchazón y rigidez después de momentos de reposo. El tratamiento es muy similar al de la artrosis, manteniendo una vida sana, practicando deportes leves, sin requerir grandes esfuerzos que puedan agravar la patología, y con fármacos recetados siempre por el reumatólogo.
Existe un tipo de artritis que está relacionada con la psoriasis: la artritis psoriásica. Esta patología, según la Fundación Española de Reumatología, la padece el 10% de los pacientes con psoriasis en la piel. Es una enfermedad crónica y evoluciona de manera irregular, por lo que pueden haber momentos en los que no se manifieste, lo que no quiere decir que no se parezca.
Sus síntomas son similares a los de cualquier tipo de artritis. En especial, esta patología se manifiesta en la piel con la aparición de placas rojizas con escamas blancas en zonas de roce de las extremidades, como las rodillas o las manos. Fuera de estas zonas, lo más frecuente es que esas placas te puedan salir en el cuero cabelludo o en en la zona que rodea las uñas.
Es normal que una persona que padece este tipo de artritis se vea un tanto desanimada. Al final es una patología que afecta a tu apariencia física, y ver que tu piel no está como te gustaría puede producir apatía. Con la ayuda de un especialista se establecerá una serie de hábitos para evitar la evolución de la artritis psoriásica, e incluso revertir su evolución.
Puede que le hayas escuchado a un amigo o algún padre o madre en la salida del colegio que un niño padece artritis. En un principio puede parecer que no, que se han debido confundir. Pero lo cierto es que existe la artritis idiopática juvenil, que se manifiesta en la infancia y la adolescencia y puede repercutir en el crecimiento y desarrollo del niño.
Como otras enfermedades reumáticas, no hay una causa exacta por la que esta patología se produzca. Sus síntomas generales son los mismos que en otros tipos de artritis, a los que se les puede sumar fiebre alta, un aumento del tamaño de los ganglios o inflamación en los ojos. Pero el síntoma principal es la inflamación de la membrana sinoval, el tejido que recubre las articulaciones.
Lo ideal es que se detecte cuanto antes y que el reumatólogo pueda recetar el tratamiento adecuado, además de unos ejercicios y posturas corporales para que el niño pueda evolucionar y que no queden secuelas posteriores.