Llega septiembre y, con él, la vuelta a la rutina. El fin de las vacaciones de verano suele ser un momento crítico del año laboral. A pesar de que hay quien tras unos días de descanso se muere por volver a la vida real, con sus normas, horarios y obligaciones, gran parte de los trabajadores se ven anímicamente afectados por este regreso.
En 2017, un estudio publicado por Adecco reveló que uno de cada tres españoles sufría síndrome postvacacional, mientras que buena parte del 66% restante experimentó cuadros de fatiga y estrés vinculados a una mala adaptación al orden y rutina tras esos días sin responsabilidades. Un año más tarde, en 2018, la consultora repitió la misma encuesta y averiguó que la cifra de afectados había aumentado hasta un 37%, con gran parte del 63% restante viéndose sobrecogidos por el estrés y el cansancio. Y en 2019, una nueva encuesta corroboró esta tendencia alcista, al señalar que cuatro de cada diez españoles padecían este síndrome al reincorporarse al trabajo.
El síndrome postvacacional, también conocido como estrés o depresión postvacacional, es un trastorno adaptativo o desajuste emocional (dependiendo de la definición) que afecta a algunas personas cuando vuelven a su puesto de trabajo tras un periodo vacacional.
La tipología e intensidad de este problema varía dependiendo de la persona y su entorno, sus obligaciones y responsabilidades. No obstante, los afectados suelen presentar un cuadro sintomatológico que incluye apatía, cansancio, falta de energía, dificultad para concentrarse, nervios, estrés, trastornos del sueño e incluso tristeza, problemas digestivos o falta de apetito.
Estos síntomas pueden prolongarse hasta un máximo de quince días, aunque lo habitual es que desaparezcan al cabo de una semana. Además, al no tratarse de ninguna psicopatología, no es necesario medicarse para superarlo, sino acostumbrarse a él como una parte más del ciclo de las vacaciones. Aun así, si los síntomas prevalecen al cabo de quince días, es recomendable que se busque ayuda de un profesional, ya que el paciente podría sufrir un problema de ansiedad o de estrés crónico mucho más serio.
A pesar de que el síndrome postvacacional suele presentarse como una molestia que desaparece al cabo de unos días sin necesidad de medicamento, los expertos recomiendan que se planifique algún tipo de readaptación gradual a la rutina para evitar su aparición.
Para ello, es importante que en los últimos días de nuestras vacaciones dediquemos un tiempo a reprogramar nuestro regreso y poner en orden nuestra vida. Esto pasa tanto por recuperar los horarios que teníamos antes de marcharnos como las actividades rutinarias que daban sentido a nuestro día. ¿Un ejemplo? El gimnasio. Si antes de irte de vacaciones solías ir a entrenar por las mañanas, antes del inicio de la jornada laboral, retómalo. Te ayudará a mentalizarte para lo que viene. Además, es importante que cuidemos nuestro sueño y que en estos últimos días de descanso intentemos acostarnos más temprano para mantener la energía y que no se nos peguen las sábanas cuando llegue el día de volver al trabajo.
Al igual que debemos recuperar nuestro horario de sueño y nuestra rutina de ejercicio, durante estos últimos días también deberemos recuperar nuestros hábitos alimenticios. Durante las vacaciones no solo trasnochamos, sino que solemos dejar la dieta de lado y dedicarnos a los pequeños placeres, las cervecitas, el heladito, las gambas, el pescadito frito, etcétera, etcétera. Disfrutar de algún que otro exceso durante las vacaciones no tiene nada de malo. No obstante, si queremos mantener una vida sana, es recomendable que volvamos a acostumbrarnos a la alimentación que llevábamos antes, ya no para evitar los kilitos de más típicos del verano, sino para mejorar nuestra flora intestinal y evitar problemas estomacales.
Eso sí, por muy recomendable que sea volver a las rutinas que teníamos antes de irnos de vacaciones, es importante que hagamos el cambio poco a poco. Después de un periodo de descanso lo normal es que nos cueste más arrancar, volver a la marcha que llevábamos antes, así que no te mortifiques si un día te bebes una cervecita de más o pasas de ir al gimnasio. Es normal.
Igualmente, a la hora de volver al trabajo, ten en cuenta que al principio te costará volver a ser tan productivo como al principio, así que tómatelo con calma y márcate objetivos realistas. Poco a poco te irás deshaciendo de este peso y recuperando tu ritmo normal.