Con el paso del tiempo, la calidad del sueño empeora. Cambias de móvil cada dos años, de ropa cada temporada, de pareja… alguna vez y, sin embargo, no te has planteado que también deberías cambiar el colchón sobre el que duermes desde hace más de 15 años. Preguntamos a los expertos por qué y cada cuánto deberías cambiarlo.
Pasamos durmiendo casi 98 días al año y, sin embargo, el 38% de las personas de entre 45 y 64 años tenemos una pobre calidad del sueño, según un estudio de la Universidad de Murcia. Esto influye directamente en nuestro día a día con problemas salud y un estado de ánimo desagradable. El problema no viene tanto de cómo hemos cambiado nosotros, sino de habernos olvidado de la importancia de cambiar el colchón cada tiempo.
El asunto no es baladí: el colchón del 21,4% de las personas de entre 55 a 64 años tiene de 16 a 20 años de antigüedad, mientras que el del 17,4% de las personas de 45 a 54 años tiene de 11 a 15 años. El porcentaje se dispara en el rango de edad de más de 65 años, ya que el 62,5% de los encuestados tenía un colchón en casa de más de 20 años, según datos de Fundadeps y de la Asociación Española de la Cama (ASOCAMA).
Según María Sainz, doctora especialista en Medicina Preventiva del Hospital Clínico San Carlos y presidenta de Fundadeps, "la gente de más de 65 no cambia su colchón por una costumbre que viene del pasado: cuando se regalaba el dormitorio en las bodas era con la idea de que eso durara toda la vida. Ahora, por suerte, eso ya no es así".
Estamos acostumbrados a no reparar en gastos cuando tenemos una enfermedad, "pero hay que invertir en salud para tener mayor calidad de vida", apunta Sáinz. "A veces parece algo intangible, pero hay que darse cuenta de que un colchón de más de diez años no es el mismo colchón, ni en elasticidad ni en confort", explica.
Llega un momento en la vida en el que no merece la pena levantarse con molestias cada día por el hecho de no invertir en salud no renovando el colchón. De hecho, según el estudio de Fundadeps, la principal dolencia en función de los años del colchón son los "dolores musculares" que sufren el 31,1% de las personas que duermen sobre un colchón de más de 20 años, el 22,4% que lo hacen en un colchón de 16 a 20 años y el 20,2% de quienes descansan en un colchón de entre 11 y 15 años.
"También detectamos un mayor índice de insomnio, peor reposo y más irascibilidad en las personas cuyo principal utensilio de reposo, el colchón, no estaba en buenas condiciones", explica la Dra. Sáinz.
La incidencia en el cuerpo humano también dependerá mucho del peso de cada persona. "Una persona con un peso normal va a notar más dolores en el talón, las rodillas, los hombros y el cráneo que en otras partes del cuerpo, ya que el colchón en malas condiciones provocará más roce con estas zonas", comenta Sáinz.
El primer dato que debes tener en cuenta es que se recomienda cambiar de colchón cada diez años, ya que está demostrado que, a partir de ese momento, comienza a perder las propiedades positivas por las que lo compraste.
No obstante, es importante llevar a cabo un mantenimiento anual para que el colchón esté en buenas condiciones siempre. Una acción fundamental es dar la vuelta al colchón cada seis meses y cambiarle la orientación de norte a sur y viceversa para que se desgaste por igual por todos los lados.
Otra de las recomendaciones es comprar una funda para recubrir el colchón y, de este modo, poder limpiarlo con más facilidad cada cierto tiempo, ya que en él se acumulan pelos, polvo, restos de piel y, por supuesto, numerosos ácaros invisibles a simple vista pero que conviven con nosotros y pueden provocar reacciones alérgicas.
Tan importante como mantener bien el colchón es que la base donde este se sustenta sea la adecuada para cada tipo de colchón. Un somier en buenas condiciones también facilitarán que descanses mejor y que tu colchón se desgaste con menos facilidad.
Al final, como remata la Dra. Sáinz, "la importancia que tiene este elemento de la habitación es mucho más importante para la salud de lo que la gente cree y, por suerte, la gente ya se está dando cuenta de que nada es para siempre: ni las casas ni los trabajos ni, a veces, la pareja ni, por supuesto, el colchón".