No es equiparable al parte meteorólogoico pero tiene su explicación. La cultura popular y puede incluso que tú propia experiencia dicen que esos dolores en la rodilla operada, en los huesos que padecen artritis, artrosis o enfermedades reumáticas se acentúan cuando va a llover o se aproxima un cambio brusco de temperatura. Y también lo confirma la ciencia: son varios los estudios que investigan si existe una relación entre dolor y clima. Las posturas son diversas y varios de ellos señalan la dificultad para establecer en qué medida afecta pero algunos, como el realizado por la Universidad Tufts de Boston, han conseguido concretarlo. Según sus resultados, una caída de 10 grados en la temperatura acentúa los dolores asociados a la artritis.
"Tengo una lesión desde los treinta por jugar al tenis y me he convertido en un experto en meteorología. Mi mujer y mis hijos ya me toman el pelo", cuenta a Uppers Jose, de 63 años. Su habilidad, bromea, resulta especialmente útil a la familia estos días: "Somos de Cantabría, así que cuando no saben si va a haber tormenta en un día de verano me lo preguntan: ¿Qué dice tu hombro? ¿Te duele o podremos pasar el día entero en la playa?"
Lo que le ocurre a Jose, más allá de la anécdota, responde a lo que el neurólogo Javier López del Val, del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza denominara en su tesis doctoral como "barrunto atmosférico". La observación, la práctica y su curiosidad científica le llevaron a investigar lo que estaba ocurriendo en la unidad de trastornos del movimiento del servicio de neurología.
Había días en los que el número de ingresos ascendía hasta casi una quincena y otros en los que no ocurría nada. Empezó a tomar nota de los días y las horas en los que esto ocurría y a comparar los datos con los del Servicio Meteorológico Provincial de Zaragoza; incluyendo temperatura, porcentaje de humedad y presión atmosférica.
El traumatólogo y cirujano Fernando Prelas explicaba así el fenómeno en El Tiempo Hoy: "La reacción corporal está ligada a los cambios atmosféricos, de temperatura y de humedad. La atmósfera ejerce presión sobre nuestros tejidos corporales y los cambios de presión pueden generar cambios transitorios en su composición. En concreto, en el cartílago articular, modificando la relación de algunos de sus componentes como el agua, colágeno o el condroitin sulfato. Esto ocurre sobre todo en las jornadas previas a la llegada de la lluvia".
Ese efecto previsión lo ha experimentado también Esther, de 45 años: "Tengo una lesión de cadera que hace que me duela también la rodilla. Leí en un estudio que es por los cambios de presión, por el agua que tenemos en el cuerpo, y ya he decidido hacer de ello un superpoder en vez de un problema: si me noto revuelta, aviso a los míos de que el tiempo también se va a complicar. No sé si va a llover mucho o poco, si habrá rayos o no, es lógico, pero es increíble cómo el cuerpo humano forma parte de su contexto y cómo interrelaciona a poco que te pares a escuchar".
La explicación a ese fenómeno que señalaba también López del Val en su tesis se encuentra en las partículas que viajan por el aire. Estas van a la velocidad de la luz y se anticipan al frente atmosférico. A pesar de ser mínimas son capaces de conseguir que se alteren el sistema nervioso y vascular causando efectos incluso uno o varios días antes de que llegue el frente.
No se trata de una enfermedad ni un agravamiento de las lesiones o padecimientos que ya se tienen pero, para muchos de los que sufren estos dolores, puede resultar un incordio. Incluso una limitación a la hora de seguir con las rutinas. El mismo estudio de la Universidad Tufts de Boston citado al principio recoge la mayor prevalencia de estas molestias en climas más fríos y húmedos. Y esto sirve como pista para entender por dónde pasa, en la mayoría de los casos, el remedio: los expertos suelen recomendar el uso de calor seco para paliar el dolor. No obstante, está contraindicado en algunos casos. Lo recomendable es siempre consultar con un especialista la situación particular.