Está claro que dependiendo de nuestro estado de ánimo tenemos más o menos predisposición a conocer o a tratar con la gente, incluso con nuestro núcleo más cercano. Dormir bien influye en nuestro estado de ánimo y en cómo vamos a estar el resto del día, también en nuestras relaciones personales y, en concreto, a cómo percibimos al resto de personas. Seguramente lo habrás notado en alguna ocasión, todos hemos tenido unas cuantas noches malas en las que un sueño placentero y reparador ha brillado por su ausencia.
Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Uppsala en Suecia ha investigado sobre ello. Los expertos partían de la base de que "la pérdida aguda de sueño aumenta la reactividad del cerebro hacia los estímulos afectivos positivos y negativos. Planteamos la hipótesis de que los humanos mirarían más tiempo las caras felices, enojadas y temerosas que las caras neutras cuando no se duerme bien".
Para ello, trabajaron con 45 adultos a los que sometieron a una noche en la que no durmieron y otra en la pudieron cumplir con sus reglamentarias ocho horas de sueño. De esta manera, en la mañana siguiente a cada noche se utilizó un rastreador ocular para poder medir el tiempo que cada uno dedicaba a fijarse en los rostros felices, enfadados, temerosos y neutrales. Además, también evaluaron el atractivo, la confiabilidad y la salud de esos rostros.
Entre los resultados obtenidos, quienes no dormían veían las caras de enfado menos confiables, aunque con un aspecto saludable y atractivo, mientras que aquellos rostros temerosos les parecían menos atractivos.
Dado a que las expresiones faciales son importantes en las relaciones entre humanos, explican que "pasar menos tiempo fijándose en las caras después de una pérdida aguda del sueño puede traer problemas a las interacciones sociales, como un juicio inexacto del estado emocional de los demás. Además, las impresiones sociales más negativas de los demás pueden conducir a un aislamiento social en humanos privados de sueño".
Además, uno de los autores afirmaba que la pérdida de sueño se asocia a impresiones sociales más negativas respecto a los demás, coincidiendo con lo anterior al acarrear una menor motivación para interactuar socialmente.
Sin embargo, también son cautos con estos resultados, ya que afirman que necesitan abrir más el campo de investigación. "Nuestros participantes eran adultos jóvenes. Por lo tanto, no sabemos si nuestros resultados son generalizables a otros grupos de edad. Además, aún desconocemos si se verían resultados similares en personas que sufren de pérdida crónica del sueño", explicó unas de las autoras de la investigación.