El uso de la mascarilla no es de buen gusto para nadie, menos aún para quienes tienen que llevarla horas y horas seguidas, pero la protección de la salud está ante todo. Sin embargo, la mascarilla sí que se ha vuelto la gran enemiga de un sector de la población en concreto: los que llevan gafas. Cualquiera que las lleve habrá tenido esa sensación de no ver nada después de que se empañen, a menos que haya utilizado algún truco milagroso que las libere del vaho. Pero, ¿y si que las gafas se empañen fuera una señal de peligro?
Según el profesor de la Universidad Estatal de Colorado, John Volckens, que ha concedido una entrevista a The Wall Street Journal, el ajuste de la mascarilla es uno de los aspectos clave no solo para un buen filtrado del aire, también para el vaho de las gafas. En caso de no tenerla bien ajustada a nuestro rostro, ¿qué ocurriría? Pues que parte del aire se escaparía por arriba y no se filtraría, haciendo que nuestras gafas se empañen.
Este momento tan incómodo para los miopes puede resultar una señal para saber que aunque parezca que sí, realmente no llevas la mascarilla bien ajustada y, por tanto, no se está filtrando todo el aire, así que habrá que ajustarla bien. En otros momentos, desde Uppers te hemos explicado que hay ciertos trucos que parecían que podían resolvernos la incomodidad de la mascarilla, pero que realmente eran trucos con doble filo, como por ejemplo cruzarse las gomas para ajustar mejor la mascarilla, un gesto que hace que se escape y entre parte del aire sin filtrar, como cuando se nos empañan las gafas.
Por ello, si antes de salir de casa notamos que nuestros cristales se empañan querrá decir que no tenemos bien puesta la mascarilla, así que habrá que retocar el ajuste. Es más, Volckens aconseja a aquellos que no utilicen gafas ponerse unas de sol antes de salir, así si se llenan de vaho sabrán que no la llevan bien puesta.
Si llevar gafas puede ser una señal para mejorar la posición de la mascarilla, también son "protectoras", o eso apuntan los resultados preliminares de un estudio hindú que todavía debe ser validado. Al tocarnos cualquier parte de la cara después de estar en contacto con el virus podemos contagiarnos, por ello, quienes llevan gafas evitan frotarse con frecuencia los ojos.
De esta manera, llevar gafas gran parte del tiempo puede llegar a evitar el contacto de las manos contaminadas con los ojos, una posible vía de contagio de la covid-19. Por tanto, las gafas no solo se convierten en una señal para recolocarte la mascarilla mal puesta, también en una posible barrera frente al contagio.