El pasado septiembre, el veterano cantante Rod Stewart (74 años) sorprendía al revelar que acababa de superar un cáncer de próstata. Una vez curado, se ha propuesto hacer campaña para promover el diagnóstico precoz: "Chicos, de verdad, tenéis que ir al médico", recomienda. Este tipo de cáncer es el tercero en incidencia en España, y el primero entre los hombres, según el Observatorio del Cáncer de la AECC. También ocupa el tercer lugar en cuanto a mortalidad. Sin embargo, y a pesar de que una detección temprana de la enfermedad resulta vital, muchos varones nos hacemos los remolones a la hora de visitar al doctor.
Todavía hay quienes consideran ir al médico un signo de debilidad, pero en el caso del cáncer de próstata la razón principal de las reticencias es que algunas de sus pruebas "llevan aparejada la exploración de tacto rectal, que la mayoría de hombres consideramos tabú", dice el urólogo Antonio Prieto. "También, porque los tratamientos pueden afectar su vida sexual. Cuando vamos a actuar sobre la próstata, todos preguntan: '¿Relaciones voy a poder tener?'. Ante estas circunstancias, muchos se callan y prefieren esconder la cabeza”.
Antonio Prieto es, además, presidente de ANCAP (Asociación Nacional de Cáncer de Próstata), que brinda apoyo a enfermos y difunde que no hay que esperar a experimentar los primeros síntomas para pedir cita. "Cuando diagnosticamos el proceso en las fases iniciales, podemos curarlo", dice. "Si lo diagnosticamos en fases más avanzadas, podemos paliarlo o cronificarlo, pero… algunos se mueren. El diagnóstico precoz salva vidas. Lo ideal sería hacerse el screening, que es un análisis de sangre simplemente, a partir de los 45 años; si hay antecedentes familiares, lo bajaríamos a los 40", añade. En el análisis se miden los niveles de PSA (antígeno prostático específico, el marcador tumoral), que en un hombre sano deben estar por debajo de 4 nanogramos por mililitro de sangre.
Cuando pidió que le midieran los niveles de PSA hace dos años, Víctor (que ahora tiene 62), empleado de banca prejubilado, no tenía ningún tipo de síntoma. "Fue por prevención totalmente", dice. Su padre y su hermano habían muerto de cáncer de páncreas. Por sus antecedentes, su esposa, enfermera, le animó a hacerse la prueba. La cifra resultó alta, pero el médico no le dio importancia; aun así, ella se empeñó en que le realizaran una biopsia. A los pocos días, Víctor recibió la llamada del urólogo. "Tengo una noticia buena y otra mala", le dijo. "La mala es que tienes cáncer. La buena es que lo hemos pillado a tiempo". Se le practicó una prostatectomía radical (extirpación total de la próstata). Más adelante, recibió sesiones de radioterapia, y ahora pasa revisiones periódicas.
Un mal entendido prurito viril hace que muchos varones se arredren ante esta enfermedad; por eso a Víctor le gusta destacar el importante papel que desempeñan las parejas. "Como los hombres somos tan 'machos', por decir algo, nos da coraje tener que estar enseñando cosas… No lo contamos a los amigos. Sabemos que tiene unas secuelas que como hombres clásicos no aceptamos. La mujer desempeña una labor importante, porque es la que anima al hombre a que vaya al médico; por nuestra cuenta, habría un porcentaje muy alto que no iríamos", afirma.
La escasez de información tampoco facilita un cambio de actitud. Con respecto al cáncer de próstata no hay campañas en los medios, ni lazos de colores, ni famosos que cuenten su experiencia, como sí ocurre en el cáncer de mama, su equivalente femenino. "Nos lleva 30 años de adelanto", opina Víctor.
Sobre ese necesario diagnóstico temprano, Aurelio, de 71 años, dice: "Yo no lo tuve". En su caso, la demora no fue por dejadez. Este maestro retirado había oído que era importante hacerse el PSA a partir de los 50 y cuando los cumplió siguió el consejo religiosamente. Hace siete años arrojó unos niveles altos, y por todo tratamiento le recetaron antibióticos. "A mí no me hicieron ninguna exploración rectal", se lamenta. Pasaron cinco años más hasta que un médico le recomendó una biopsia. El diagnóstico fue cáncer de próstata. Le operaron, pero otra prueba posterior reveló que había pasado tanto tiempo que tenía cinco huesos afectados por metástasis. "Tuve la suerte de que me mandó un tratamiento genial que ha neutralizado esa metástasis y estoy muy bien", comenta optimista. "Me ha tocado esto, pero tampoco es el fin del mundo".
Las dos secuelas principales de esta enfermedad son indeseables para la inmensa mayoría de hombres: incontiencia urinaria y disfunción eréctil. La primera se corrige con ejercicios; la segunda, con pastillas. Lo importante, desde luego, es salvar la vida, pero la mente humana vive el momento y no siempre ve las cosas con perspectiva. "Cuando te detectan el cáncer, lo primero que piensas es en la vida", dice Víctor. "Quieres salvar la vida. Cuatro o cinco meses después de la operación se te ha olvidado que has salvado la vida y tu problema es que no puedes mantener relaciones como antes, o que te orinas. Con el tiempo, se convierte en primario lo que antes era secundario. Pero tenemos que seguir pensando que hemos salvado la vida".
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