Podría haber huelga de atención primaria en la Comunidad de Madrid si no se llega a un acuerdo. A partir del 28 de septiembre muchos centros de salud podrían permanecer bajo servicios mínimos y en Uppers hemos preguntado a Alfonso López (69 años), médico de familia en el centro de salud Benita de Ávila, en el distrito de Hortaleza, por su visión sobre las causas y, sobre todo, consecuencias, que este parón puede tener en el día a día de los pacientes
López, médico desde los 24 años, llegará hasta los 70 "porque es lo máximo que me permite la ley y porque amo mi profesión y la atención primaria", y en este año en activo que le queda aún tiene por delante una última misión: intentar cambiar la situación actual. "No quería irme tal y como está ahora, con la atención primaria colapsada, deteriorada, desmotivada, maltratada, sino dejándolo algo mejor por mis compañeros, por mis hijos, por los ciudadanos y por mí, para cuando yo tenga que ir al médico este pueda tener tiempo, que me escuche, que me atienda, que me mire a los ojos".
Son precisamente las personas mayores a las que más les beneficia tener un buen médico de familia, aunque para ello haya que pasar por una huelga como la que está encima de la mesa para el próximo 28 de septiembre en adelante. "No quiero ver lo de ahora, que no tenemos tiempo para ellos, porque a una persona joven le puedes dedicar tres minutos, pero a una con múltiples patologías, no", se queja López.
Los miles de centros de salud que hay repartidos por toda España son la llamada 'puerta de entrada' de un paciente en el sistema sanitario, y en época de pandemia se ha convertido, además, en un 'muro de contención' para evitar la saturación de las urgencias de los hospitales.
Sin embargo, quienes están aguantando el muro confiesan estar exhaustos y quemados. "No lo hacemos para ganar más dinero, sino porque no podemos trabajar y la población está mal atendida. No se puede hacer medicina por teléfono. No debemos permitir estos colapsos, de permitir 80 e incluso 100 pacientes al día. Esto no es medicina. Tenemos que cortar esto y conseguir refuerzos para dar una medicina de calidad", cuenta López, quien también es miembro de AMYTS, el sindicato que ha convocado la huelga.
Con los centros de salud en servicios mínimos, quienes más lo padecerían serían las personas mayores con patologías, pero también aquellos de mediana edad que tengan que ir a hacerse revisiones médicas, controles de tensión, de azúcar, analíticas, trámites burocráticos de bajas o altas laborales, informes médicos y aquellos padres y madres que no puedan llevar a sus pequeños al servicio de pediatría.
"Actualmente la atención primaria está resolviendo muchos problemas, aunque la gente piense que no atendemos o que no hacemos nada porque no tenemos cita presencial", cuenta López. Además, sin todos estos recursos, todas las nuevas actividades médicas relacionadas con el coronavirus tampoco podrán hacerse. "No habría cribado de pacientes, ni realización de PCR, ni resultados, ni rastreo, aunque esto último no deberíamos hacerlo nosotros y también lo estamos haciendo".
Otra de las tareas que llevan a cabo los profesionales de atención primaria es el control mensueal del Sintrom, que también se vería afectado con la huelga. "Lo mandamos cada mes, pero se puede retrasar dependiendo de cómo vaya el paciente. Hay veces que se hace al mes y medio y no pasa nada. No es una urgencia, a no ser que lo tenga muy descontrolado y entonces sí que le ajustamos la dosis y le damos cita para pasados 15 días", explica López.
La pandemia de coronavirus ha cambiado muchas cosas, y una de ellas es el periodo para administrar la vacuna de la gripe a mayores de 60 años y personas de riesgo. Este año se han comprado 5,2 millones de dosis más y, a diferencia de años anteriores, cuando la campaña empezaba a finales de octubre, se calcula que para primeros de mes ya se debería estar vacunando.
Esta estrategia, enfocada a poder discernir después con más claridad entre los casos de gripe común y los de coronavirus, pasa también por las manos de la atención primaria, que para las fechas podría seguir en la huelga si no se llega a un acuerdo previo.
Paradójicamente, la implantación del sistema de llamadas telefónicas a los pacientes ha disminuido el plazo de espera para acudir presencialmente a ver al médico de cabecera. Ahora, el paciente debe llamar al centro de salud y pedir cita telefónica en la centralita. Cuando hay un hueco, el médico le llama y, tras valorar lo que le ocurre, decide si el paciente debe acudir a la consulta o no, habitualmente el mismo día o al día siguiente, cuando antes los plazos aumentaban hasta las 72 horas como mínimo.
"El problema es que las líneas telefónicas para pedir la primera cita están saturadas", explica López. "Por eso, aunque el plazo sea menor, hasta que se consigue contactar con el centro de salud pasa más tiempo que antes". Durante el tiempo que dure la huelga, el personal de administración seguirá estando disponible para los trámites habituales, pero los profesionales médicos no.
Según datos de AMYTS, en los próximos cinco años se jubilarán 1.000 médicos de cabecera y 1.000 enfermeros, lo que da cuenta de que existe dentro del colectivo una gran experiencia profesional que son, a juicio de López, los que tienen que tirar del carro para intentar que los más jóvenes tengan un futuro mejor en la profesión.
"Cada vez que hay vacaciones, enfermedades, días libres, no hay gente, no hay suplentes. No hay dinero en los presupuestos y hacen malos contratos. Hay gente joven con seis años de carrera y cuatro de especialidad que les hacen contratos denigrantes, se queman y se van a la privada, al extranjero o a un sitio donde se les trata mejor", explica.
Ahora, en esta situación, "el médico no trabaja a gusto, con satisfacción", nos cuenta. "Va desmotivado a trabajo, acojonado, asustado y a acabar la jornada e irse a casa. Hoy la gente quiere prejubilarse, quiere dejar la medicina. La gente veterana tenemos que impulsar esto, aunque estemos muy quemados", concluye.