No quiero confesar mi edad. Lo que sí 'confieso' es que en el aperitivo del domingo comí patatas fritas de bolsa y una bebida azucarada. Tampoco es que sea un 'pecado' pero ya sabemos de sobra que son dos de los peores ultraprocesados porque aportan una carga energética y unas grasas innecesarias e insanas para el organismo. Todos nos preguntamos por qué cuesta más adelgazar con la edad. No es lo mismo este aperitivo con 20 años que con 50. Desde Uppers hemos consultado con nuestros especialistas de cabecera para que nos confirmen cuándo cuesta más adelgazar.
A más cumpleaños percibimos que nuestro punto de gravedad cae… comienzan a caer la tripa, el pecho y hasta los mofletes. En verdad no es que todo caiga, sino que el organismo a medida que avanza la edad funciona de forma distinta. Es inevitable, a partir de los 30 años aproximadamente, el cuerpo pierde agua, se reduce la masa muscular y se acumula más grasa que además comienza a redistribuirse de manera diferente.
Normalmente a mayor edad, esa grasa se concentra en los muslos y en el abdomen, haciendo que parezca que se tiene tripa. A todo ello se une un aumento de la flacidez de la piel que va unido a una disminución de la elasticidad. En resumen, a más edad parece que tenemos un mayor volumen y estamos más hinchados.
A nivel interno se producen otros cambios que se suman. Cada año cumplido se necesitan menos calorías, es decir, menos energía, porque algunos procesos metabólicos se ralentizan. Incluso se segrega una menor cantidad de la hormona tiroidea y de la hormona del crecimiento. En consecuencia, se tiene más dificultad para perder peso, a lo que se añade la aparición del sedentarismo y unos movimientos cada vez más lentos. Esas patatas fritas, por tanto, cuesta mucho más quemarlas con 50 años que con 20.
En las mujeres la cosa se complica más aún debido a la menopausia. Se reduce el nivel de producción de distintas hormonas como los estrógenos, el estriol, la estrona y la progesterona. Las secuelas de estos cambios influyen en el peso porque en muchos casos se suceden cambios de humor, ansiedad y episodios de hambre con una mayor necesidad de picotear.
Por un lado, la bajada en los niveles de progesterona a su vez provoca un desequilibrio del cortisol, la hormona que generamos en condiciones de estrés. Con este desequilibrio llega la ansiedad. Por otro lado, el nivel de estrógenos influye directamente en los niveles de insulina, que se segrega cuando consumimos azúcares. A menos estrógenos menos insulina. La insulina es la hormona que permite que el azúcar en la sangre o glucosa pase a las células.
Es inevitable que con la edad aparezcan todos estos cambios. Por nuestra parte lo podemos contrarrestar. Tenemos la posibilidad de que las variaciones en el funcionamiento del metabolismo nos afecten menos, principalmente, en lo relativo a los kilos. Ya sabemos que mantener un peso adecuado va ligado a la salud.
A continuación, vamos a enumerar una serie de consejos de los expertos relacionados con la alimentación para evitar engordar en exceso a medida que se cumplen años:
Es importante, comer despacio, disfrutar de los alimentos y que los horarios de las comidas sean estables. Además de cuidar la dieta, los profesionales sanitarios promueven una serie de cambios en los hábitos. Por ejemplo insisten en la práctica de ejercicio a diario para activar las hormonas del crecimiento.
Es necesario tanto aumentar la masa muscular con pesas, para quemar esas calorías extra, como la capacidad cardiovascular con paseos largos a buen ritmo. También aconsejan los ejercicios que favorecen la elasticidad, la agilidad y la coordinación y las actividades que ayudan a relajarse como el yoga o la meditación.
Por último, los expertos recuerdan evitar los estimulantes y la cafeína porque es necesario el descanso de unas ochos horas al día. Además, el permanecer demasiado tiempo despiertos aumenta los niveles de grelina, una hormona gástrica que regula el apetito.