El proceso de envejecimiento desigual entre personas sigue siendo un misterio para los científicos que no entienden todavía por qué unos lo hacen peor que otros y desarrollan enfermedades como el alzhéimer, la fibrosis, la diabetes tipo 2 o algunos tipos de cáncer. Parece claro que cada organismo reacciona de una forma al daño que se produce en las células a lo largo de la vida y el reto es conseguir algo que frene esa degeneración. En eso está trabajando un grupo de investigadores de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y de la Universidad de Leicester (Reino Unido) que han desarrollado un nuevo método para eliminar las células viejas de los tejidos y frenar así el proceso de envejecimiento. ¿Será el futuro de la especie humana?
Parece de ciencia ficción, pero realmente no lo es. Tras meses de estudio, un grupo de científicos ha conseguido diseñar un anticuerpo que funciona como una "bomba inteligente" capaz de reconocer proteínas específicas en la superficie de estas células envejecidas o senescentes, engancharse a ellas y aplicarles un fármaco que las elimina, sin afectar al resto, minimizando así los potenciales efectos secundarios.
Unos resultados muy esperanzadores por dos vertientes diferentes. Por un lado, para retrasar la evolución de enfermedades degenerativas vinculadas al envejecimiento, y por otro, para frenar el envejecimiento y aumentar la esperanza y calidad de vida.
"Por primera vez tenemos un fármaco basado en un anticuerpo que puede aplicarse a los humanos para frenar la senescencia celular. Nos hemos basado en las terapias que ya se usan en el cáncer y que se dirigen a proteínas concretas presentes en la superficie de las células cancerosas, y lo hemos trasladado a las células senescentes", apunta el médico el investigador de la UOC y de la Universidad de Leicester, Salvador Macip, que está al frente de esta investigación.
Nuestro cuerpo cuenta de serie con unos mecanismos que consiguen que las células dañadas no se dividan y así no se propaguen, es lo que se llama senescencia celular. Esto ayuda a que determinadas enfermedades, como el cáncer, no se expanda.
Sin embargo, a pesar de ser un mecanismo biológico muy beneficioso, durante la etapa de la vejez contribuye al desarrollo de enfermedades porque el sistema inmunitario ya no es capaz de eliminar de forma eficiente estas células senescentes, que se van acumulando en los tejidos, y empeora su funcionamiento.
Hasta el momento, los científicos solo habían conseguido desarrollar un tipo de fármacos, denominados senolíticos, que se aplicaban a animales y conseguían retardar la progresión de ciertas enfermedades, pero que eran poco específicos y con muchos efectos secundarios.
Sin embargo, el nuevo es un senolítico de segunda generación, teledirigido, seguro y muy específico. Se trata de anticuerpos que han entrenado para que reconozca las células envejecidas y se enganche a ellas. "Del mismo modo que los anticuerpos del organismo reconocen los microbios y nos protegen de ellos, nosotros hemos diseñado estos anticuerpos para que sean capaces de reconocer células viejas y les hemos aplicado una carga tóxica para que las destruyan, como si fueran misiles teledirigidos", afirma el investigador.
El tratamiento se podría empezar a administrar cuando aparezcan los primeros síntomas de enfermedades como el alzhéimer, la diabetes tipo 2, el párkinson, la artritis, las cataratas o algunos tumores. A largo plazo, incluso se podría dar en ciertas circunstancias para conseguir un envejecimiento más saludable.