Sin duda alguna el deporte más de moda en estas fechas entre los mayores de 45 años es el esquí. Durante estos días muchas estaciones invernales se llenan de personas ansiosas por practicar su deporte favorito. Sin embargo, el esquí conlleva dos tipos de riesgos muy frecuentes entre la población adulta si no se toman las precauciones necesarias. El primero es la posibilidad de sufrir algún tipo de lesión ósea o muscular. El segundo, que puede ser más peligro aun, está relacionado con la ausencia de una correcta protección solar. En el artículo de hoy daré las claves para que los lectores y lectoras de Uppers compren un adecuado protector solar, para ellos y para sus hijos y nietos.
Las radiaciones que llegan a la Tierra son de tres tipos: ultravioleta (un 9% aproximadamente del total), visible (un 41%) e infrarroja (un 50%). La más peligrosa es la radiación ultravioleta ya que es la de mayor energía. Es capaz de ionizar átomos, excitar electrones y generar radicales libres. Estos pueden modificar el ADN, alterar el ciclo celular, modificar proteínas de membrana, etc. Todo esto convierte a la radiación ultravioleta en potencialmente cancerígena. Por el contrario, ni la radiación visible ni la infrarroja tienen suficiente energía para ser dañinas.
¿Y son todas las radiaciones ultravioleta iguales?
No. Hay de tres tipos: UV-A, UV-B y UV-C. La que posee mayor energía es la radiación UV-C. Sin embargo, no es peligrosa para nosotros ya que no llega a la Tierra debido a que el oxígeno y el ozono de la atmósfera terrestre la absorben. Prácticamente la totalidad de los rayos ultravioletas que llegan a la superficie de la Tierra son del tipo UV-A, aunque también existe un porcentaje de radiación UV-B (aproximadamente un 5%) que sí llega a nuestro planeta.
¿Cuales son los efectos que producen los rayos UV-A y UV-B?
Muchos y muy peligrosos. Los rayos UV-A son capaces de penetrar en la dermis e hipodermis acelerando el proceso de envejecimiento cutáneo y pudiendo provocar cáncer de piel. Por el contrario los rayos UV-B sólo penetran la epidermis, pero sus efectos son acumulativos a través de los años y está demostrado que causan el 90% de los melanomas, además de quemaduras y eritemas solares.
Tras lo expuesto queda claro que este invierno debemos protegernos de dos tipos de radiaciones solares, la UV-A y la UV-B. Para ello hay que asegurarse que los protectores que usemos (cremas, geles, aceites) tengan en su composición filtros solares, bien sean de naturaleza química o física.
Los filtros químicos son los más usados. Se trata de sustancias químicas de síntesis (como el mexoryl, octyl-methoxycinnamat o tinosorb) que actúan como cromóforos. Su función es absorber la radiación solar y transformarla en otro tipo de energía (como la térmica) que no sea peligrosa para nuestra piel. Por otra parte los filtros físicos son pequeñas partículas inorgánicas (principalmente óxidos de zinc, hierro o magnesio; dióxido de titanio; mica y talco) que se encuentran en cremas y que no absorben las radiaciones solares como ocurre con los filtros químicos, sino que las reflejan impidiendo que penetren en nuestra piel.
En contra de lo que sugieren ciertas noticias alarmistas que aparecen de vez en cuando, hay que indicar que tanto los filtros químicos como los físicos son seguros. El uso de unos u otros depende de muchos factores (edad, sexo, tiempo de exposición de la piel, hidratación, etc.) y para saber cuál es el más se ajusta a nuestras necesidades lo mejor es acudir a un dermatólogo.
Otro parámetro que hay que tener en cuenta cuando compramos una crema solar es el factor de protección solar (FPS). Este término nos informa del tiempo aproximado que un protector solar aumenta la capacidad de defensa de la piel frente a las quemaduras que, recordemos, son producidas por la radiación ultravioleta tipo B.
¿Qué significa ese número que aparece en los envases de las cremas solares junto a las letras FPS? Se refiere al grado de protección que ofrece el producto. Para que se hagan una idea les diré que una persona de piel clara, que normalmente empieza a quemarse después de diez minutos al sol, al usar un FPS 15 tardaría en quemarse aproximadamente 15 veces ese tiempo (150 minutos).
¿Y qué tipo de FPS debemos usar? Personalmente prefiero no arriesgar. Por eso les recomiendo que usen siempre cremas solares con FPS 50 +. Estos productos aseguran que su piel estará 50 veces más protegida ante las quemaduras que si no emplean ningún tipo de protección solar.
Sin embargo, es necesario dejar claro que el factor de protección solar necesario para cada uno de nosotros depende de muchos factores, como nuestro tipo de piel (las personas de piel clara necesitan mayor protección que las de piel oscura) o el índice ultravioleta (UVI), una medida de la intensidad de la radiación ultravioleta que alcanza la superficie de la Tierra y que depende de diversos factores como la altitud del lugar donde nos encontremos, la nubosidad, la posición del sol, etc.
Habitualmente el UVI se divide en bajo (entre 0 y 2), moderado (entre 3 y 5), alto (entre 6 y 7), muy alto (entre 8 y 10) y extremo (superior a 11). Cuando el UVI sea mayor de 2 debe usarse protección (cremas de protección solar, camisa, gorras...) y cuando se alcanza un UVI de 8 se necesita protección extra, evitando salir a la calle durante las horas centrales del día.
Antes de acabar permítanme dos últimos consejos. Por un lado aplíquense estos productos al menos media hora antes de exponerse al sol, ya que ese el tiempo aproximado que necesitan para ejercer una acción óptima. Por otro, tiren los protectores solares que utilizaron el año pasado. Seguramente no les protegerán de las radiaciones. Una vez que un producto cosmético ha sido abierto por primera vez va perdiendo propiedades debido al contacto con el aire o los microorganismos del ambiente.
Por ello en los envases de cosméticos aparece el símbolo PAO (periodo después de apertura) que consiste en un símbolo de tarro abierto en el que se incluye un nº y la letra M. En el caso de productos solares el PAO suele ser de 12M (12 meses), por lo que si ustedes abrieron el protector solar hace un año, nadie puede garantizar que el producto conserve actualmente sus propiedades. No jueguen con fuego.
¡Disfruten de la nieve!
*José Manuel López Nicolás es Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Murcia. Investigador, docente, escritor y divulgador científico