Hace seis meses, Alberto emprendió un viaje que llevaba tiempo preparando. Decidió que, a sus 47 años, había llegado el momento de luchar contra la alopecia, de realizarse un injerto capilar para sentir de nuevo todo lo que sentía, vencer traumas, recuperar la autoestima y volver a tener una sonrisa en su cara.
Aquel día de primavera, Uppers lo acompañó durante las más de diez horas que duraron las distintas fases de la operación de cirugía capilar. Con él vivimos los momentos más duros, sobre todo con la aplicación de la anestesia en el cuero cabelludo pero, pasado el tiempo, la espera y el esfuerzo ha merecido la pena.
Ahora, Alberto se peina el flequillo cada día cuando se levanta por la mañana y se va a trabajar. "Estoy feliz. Me miro al espejo y me encuentro a la persona que hace años deje de ver. Incluso me digo a mí mismo: ¡Coño, Alberto, cuánto tiempo sin verte! Ya no me importa el tiempo que hará en la calle al salir de casa. Si tendré inclemencias del tiempo con las que tenga que estar atento. Ahora es pura relajación. He vuelto a sentir lo que antes no daba importancia al darme el masaje con el champú en la ducha. Caer el agua sobre mi cabeza frotándome el pelo. He vuelto a recuperar la sensación de un masaje capilar. Y cuando me arreglo para salir o ir a trabajar, hasta la combinación de vestuario que me pongo la noto distinta. Es un poco y un mucho a la vez", nos cuenta.
Diligentemente, Alberto nos ha ido enviando fotos del proceso de crecida de pelo durante todos estos meses. Al principio con sombrilla-paraguas, después solo con gorro protector y, finalmente, con un flamante nuevo pelo que ha inundado todas las zonas en las que antes solo había calva.
"Ahora que los resultados están siendo tan evidentes, mis amigos no dejan de sorprenderse. Me felicitan por ello y he vuelto a recibir algún que otro piropo. Eso sube la autoestima a cualquiera. Creen que ha sido una de las mejores decisiones que he tomado y comparten conmigo la alegría y el estupor de mi nueva imagen. Me dicen que me he quitado años de encima y que ole ole y ole", explica Alberto.