Nuestra sangre necesita oxigenación, pues el corazón se encarga de bombear y llevar la sangre por todo nuestro cuerpo, un camino que también sigue el oxígeno, esencial para la vida. De esta manera, cuando todo va bien nuestras células reciben la cantidad necesaria de oxígeno porque su saturación es la adecuada para mantener el organismo funcionando. Para saber tu nivel de oxígeno en sangre existe un prueba de lo más sencilla: la gasometría arterial, una técnica clave para algunas personas que presenten alguna patología o dificultad respiratoria.
Por lo general el nivel de saturación de oxígeno (SpO2) en sangre aconsejable suele estar entre el 95% y el 100%, pero ojo, cuando el valor es menor que este, especialmente cuando baja del 90%, se podría hablar de hipoxemia, es decir, un nivel de oxígeno en sangre inferior al normal o a lo que está recomendado. Esto podría avisar de un probable problema de respiración o circulación, de manera que uno de los síntomas más comunes es la dificultad para respirar o incluso dolores de cabeza. Estos valores más bajos de lo normal pueden suponer un problema, ya que se puede llegar a producir una muerte celular al no recibir la cantidad necesaria de oxígeno.
Es preciso prestar especial atención a estos niveles cuando se sufren patologías respiratorias o se padece de la apnea del sueño, por ello es preciso realizar ejercicios físicos o de fisioterapia que ayuden a mejorar la capacidad pulmonar, siempre acompañado de una buena alimentación equilibrada u otros hábitos aconsejados por tu especialista.
Cuando se realiza una gasometría arterial para detectar los valores de oxigenación en sangre esta no se realiza en las venas como cualquier otra analítica, pues esta muestra, tal y como indican en MedlinePlus, el sitio web de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, se recoge desde una arteria, ya que estas cuentan con niveles de oxígeno mayores que la sangre de las venas.
En la mayoría de casos la muestra se recoge desde la muñeca, en la arterial radial, que será un poco más dolorosa o molesta que los pinchazos que se realizan sobre las vena. Esta prueba se suele realizar especialmente a personas de edad avanzada o que padecen algún problema respiratorio severo. Es más, en caso de necesitar un respirador es posible que se le desconecte un rato antes de la prueba, aunque no se hará si no se puede respirar sin el.
Aún así existe otra prueba, también eficaz, para la que no es necesario recoger ninguna muestra de sangre: el pulsioxímetro. Este aparato funciona de forma muy sencilla y es mucho más cómodo que la gasometría arterial, ya que simplemente hay que colocar la yema del dedo sobre el dispositivo que te agarra como la pinza de tender la ropa. De esta manera, su mecanismo a través de varias ráfagas de luz permitirán medir los niveles de saturación de oxígeno en sangre. Una prueba sencilla que puedes hacerte en casa para mantener un control.
Eso sí, es conveniente seguir unas pautas para obtener datos fiables, por ejemplo limpiar bien el aparato, especialmente la zona del sensor sobre la que se coloca el dedo. Deja el dedo siempre en la posición adecuada, con la recomendación de que mejor que las uñas no estén pintadas o con algún tipo de esmalte y bien quieto durante los pocos segundos que dura la prueba. Con ello, tu pulsioxímetro te dará tanto los datos de saturación de oxígeno como tu frecuencia cardíaca.
Mantener unos buenos niveles de saturación de oxígeno es esencial para el funcionamiento celular y, por ende, de todo nuestro organismo. De todas formas ciertas patologías pueden hacer que esos valores no sean los deseados, por ello su control es esencial para evitar cualquier problema y mantener a raya la oxigenación de tu sangre.