Sudor, asfixia, boca reseca… son solo algunas de las consecuencias que notamos al llevar durante largos periodos de tiempo la mascarilla puesta. Desde que el Gobierno la decretase obligatoria tanto en espacios públicos como privados, hemos ido notando lo que significa vivir con ella. A todo esto le sumamos las altas temperaturas que nos acompañan estos días y que producen que estas sensaciones se acentúen más aún.
De la mano con esta nueva orden ministerial han venido numerosos mensajes, a través de redes sociales, en los que se aseguraba que las mascarillas podían producir hipoxia, es decir, una falta de oxígeno en sangre que puede provocarnos una sensación de mareo. Sin embargo, la plataforma que lucha contra las mentiras en el terreno de la sanidad, 'Salud Sin Bulos', ha desmentido esta información. "Las mascarillas, por lo menos las quirúrgicas y las autofiltrantes no producen ni hipoxia ni hipercapnia (retención del CO2) porque lo que filtran son partículas, no retienen el aire, el cual puede entrar y salir a través de los materiales de los que están compuestas", explican.
Pese a esto sí, la sensación de agobio existe, sobre todo en personas con dificultades respiratorias, y puede deberse a diferentes causas. "No estamos acostumbrados, las llevamos demasiadas horas en el trabajo, no realizamos los descansos adecuados, reutilizamos las mascarillas más allá de las indicaciones del fabricante, las utilizamos una encima de la otra disminuyendo la capacidad de intercambio del aire o, incluso, utilizamos mascarillas falsas”, apuntan desde ‘Salud sin Bulos’.
Recurrimos al Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid para preguntar por estas sensaciones que algunas personas sienten al usar mascarilla y nos aseguran que se trata de un problema de percepción. "El hecho de llevar mascarilla puede provocar una sensación de nervios y angustia que no todo el mundo sufre y que depende de los rasgos de la personalidad del sujeto", explica el Dr. Ricardo Angora, vocal del ICOMEM y psiquiatra.
Pese a esto, el doctor asegura que llevar mascarilla nos afecta a todos en mayor o menor medida. "Nos molesta llevar una pantalla delante de la boca y nariz. La mascarilla nos roza y nos puede generar incluso reacciones cutáneas debido a las altas temperaturas y al sudor. La sensación es desagradable en general pero una persona con una alteración de la percepción sufre un malestar mucho mayor".
En la ansiedad está la respuesta a esa percepción de agobio que nos puede provocar la mascarilla. "Las personas con ansiedad tienen un estado de hiperactivación mental que lo que hace es que exista una sensación constante de amenaza, de que algo les va a pasar. Son personas que se preocupan por todo, que están hipervigilantes, muy inquietas", apunta el psiquiatra.
Esta ansiedad se puede hasta transformar en tensiones en la zona facial que desembocan en problemas cervicales o cefaleas. "Este problema está muy ligado a las sensaciones físicas, que es lo que se conoce como somatizaciones. Cuando se tiene un rasgo de personalidad de este tipo es muy común que suceda. Es curioso porque precisamente estas personas que se agobian por el uso de protección son, por lo general, las que más miedo tienen a contraer la enfermedad", añade Angora.
Pese a que la mayor parte de estos problemas están relacionados con la personalidad. Es cierto que existen algunas condiciones que sí pueden dificultar la respiración, tal y como apuntan desde Salud sin Bulos. "La reutilización de estos equipos (mascarillas) por encima de las horas de vida media que tiene estipulado cada fabricante (normalmente 8 o 10 horas aproximadamente) puede hacer que se vayan saturando, y que la respirabilidad se pueda ir dificultando”.
Algo similar ocurre cuando nos encontramos a personas con varias mascarillas puestas, colocadas una encima de otra, que filtran tanto el aire que la sensación bajo ellas puede ser de dificultad respiratoria. Al igual que sucede cuando las mascarillas que utilizamos no están homologadas.
Las técnicas de relajación y de respiración son clave a la hora de controlar esta angustia que nos produce la mascarilla. "Son necesarias técnicas de disminución de la activación mental. Hablamos de meditación, de control de la respiración, relajación muscular… También de ejercicios de autoconcienciación o, en casos más extremos, terapia cognitivo conductual", apunta Angora.
A esto podemos sumarle una buena hidratación, evitar salir en las horas centrales del día en las que el calor es más intenso y la sensación de agobio puede ser mayor y hacer pequeños descansos sin mascarilla cada dos horas para que se ventile el rostro. Recuerda también la importancia de emplear una buena protección solar antes de salir a la calle y cuidar con especial atención tu piel, ya que el aumento de las temperaturas puede provocar irritaciones y rojeces.