La vacuna del coronavirus se ha convertido en ese santo grial al que todos esperamos impacientes. En eso que nos devolverá a una normalidad que ya hemos casi olvidado. Nueve meses han pasado desde que comenzó la pandemia y parece que es toda una vida. En plena segunda ola, con las UCIs con altos índices de ocupación y una curva de contagios imparable, el doctor Peter Kim, junto con Sarah W. Read y Anthony S. Fauci, tres científicos del programa de Investigación Terapéutica en la División del Sida, del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos (NIAID), publican un artículo en JAMA, la revista de la Asociación Médica Estadounidense, asegurando que, además de la vacuna, se está trabajando arduamente en desarrollar tratamientos precoces para la covid-19.
En la actualidad, ya hay más de 47 millones de caso en el mundo y la pandemia se ha cerca de 1,3 millones de vidas. "El 20% de los pacientes sintomáticos terminarán estando graves o críticos, con manifestaciones como neumonía, síndrome de dificultad respiratoria, hipercoagulación o manifestaciones inflamatorias (…). Con los corticosteroides emergiendo como el mejor tratamiento para los pacientes críticos, se necesitan con urgencia intervenciones que puedan administrarse temprano durante el curso de la infección para prevenir la progresión de la enfermedad y las complicaciones a más largo plazo", apuntan los expertos.
A diferencia de los enfermos hospitalizados graves, para los que ya se conocen tratamientos efectivos como el remdesivir, que reducen el tiempo de recuperación de estos, o la dexametasona que reduce la mortalidad de aquellos pacientes intubados y con oxígeno, las personas con síntomas leves aún no se les suministra nada que se considere efectivo y en eso está la investigación.
"Varios antivirales aprobados o en desarrollo para otras infecciones virales, como el VIH, el virus de la hepatitis C y los ebolavirus, están bajo investigación para el tratamiento temprano de COVID-19. Un ejemplo es el MK-4482 (EIDD-2801), un inhibidor de ribonucleósidos que se desarrolló originalmente para la influenza o el mesilato de camostat, un inhibidor de la serina proteasa aprobado para el tratamiento de la pancreatitis crónica y la esofagitis por reflujo posoperatoria", asegura el artículo.
Además de estos, también se están desarrollando anticuerpos antivirales específicos. El plasma de convalecencia, la γ-globulina hiperinmune y los productos de anticuerpos policlonales se están probando en una amplia gama de estudios, incluso en participantes con enfermedad leve a moderad, y ya han arrojado resultados prometedores que sugieren que pueden ser efectivos para disminuir la carga vírica y mejorar los resultados clínicos en pacientes con COVID-19 temprano.
De conseguirse un resultado realmente efectivo, con un tratamiento que se pueda suministrar de forma ambulatoria fácilmente y con pocos efectos adversos, se podría reducir radicalmente el número de pacientes que necesitan cuidados intensivos ya que se les trataría en fases tempranas de la enfermedad y esto supondría una reducción de muertes drástica y un respiro para el sistema sanitario que vuelve a estar cerca del colapso que se sufrió en la primera ola.
Para conseguirlo, los investigadores aseguran que queda mucho trabajo por hacer. Por un lado, hacen falta más ensayos clínicos rigurosos, difíciles de implementar ya que "requieren grandes tamaños de muestra y una infraestructura compleja para garantizar la seguridad de los participantes y del personal". Por otro, "se necesita investigación continua para perfeccionar los candidatos al tratamiento actual y desarrollar nuevos fármacos que se puedan dosificar sin necesidad de infusiones intravenosas u otras maniobras complejas".
Estos desafíos exigen un nivel significativo de compromiso y esfuerzo de todas las partes involucradas, incluidas las empresas farmacéuticas, los científicos, los investigadores clínicos y los voluntarios del estudio. "Los tratamientos preventivos y efectivos también mitigarán las brechas dejadas por las estrategias de prevención anteriores y actuales y reducirán la transmisión futura. Es alentador saber que se vislumbran tratamientos ambulatorios eficaces para el COVID-19 temprano; estos esfuerzos merecen el apoyo total de la comunidad médica y el público", concluyen los científicos.