Con la llegada del buen tiempo, cada vez nos apetece más hacer planes al aire libre y con amigos. Todos ellos suelen ser alrededor de una buena mesa y con una cerveza en la mano. Aunque la temporada estival nos invita a comer cosas sanas y refrescantes, también está ligada a barbacoas, helados y a muchas celebraciones como bodas, bautizos y comuniones. Eventos varios que se caracterizan por cantidades ingentes de platos y bandejas que nos animan a meternos un buen atracón. Hablamos con el doctor Diego Sánchez Muñoz, especialista en aparato digestivo y director médico y fundador de IDI-Instituto Digestivo, para que nos explique cómo podemos evitarlos este verano.
Comer tiene un componente físico y también mental, ¿qué podemos hacer para controlar nuestro estómago?
Es evidente que el ser humano necesita comer para vivir. La comida nos aporta la energía que requerimos para nuestras tareas diarias. Sin embargo, en el llamado “primer mundo”, la abundancia de comida y el acceso a ella nos lleva a hacer de la comida un placer, y es relativamente sencillo tener oportunidades de no controlar lo que comemos.
Tendemos además a consumir alimentos que “entran por el ojo”, y a comer a pesar de no tener hambre. También, en general, infravaloramos las calorías que consumimos, creyendo que comemos bastante menos de lo que en realidad ingerimos.
Esto repercute evidentemente en las altísimas cifras de obesidad que sufrimos, incluso (más preocupante aún) en edad infantil, asociadas a un aumento del sedentarismo. Por tanto, el componente mental de nuestro comportamiento frente a la comida es incluso más potente que el físico, ya que nuestro organismo tiene los mecanismos adecuados para avisarnos cuando realmente necesitamos comer.
El problema es que lo confundimos con una sensación de “hambre psicológica” con la que nos creamos la necesidad de comer aunque no tengamos hambre. Por tanto, aprender a controlar estas sensaciones es importantísimo.
¿Cómo evitar los atracones de comida en fiestas, celebraciones...?
Existen dos problemas, uno es la “oferta” de comida en esas celebraciones, en las que parece haber una competición para ver qué restaurante o qué evento ofrece más y más grandes (e hipercalóricos) platos; y el otro es nuestra “necesidad” autoinfundada de tener que comer cada vez que nos pasan por delante la bandeja o vamos a la mesa de dulces, por ejemplo.
La única forma de evitar el atracón es saber escucharnos, conocer nuestro cuerpo y sus límites y, por supuesto, poder controlar si realmente queremos comer tanto o no. Un truco es contar hasta diez, por ejemplo, distraer a nuestro cerebro y hacerlo consciente de la cantidad de comida que ya nos hemos comido. Así, es inevitable celebrar con más comida y diferente de nuestro día a día en este tipo de actos, pero si se puede evitar la exageración, que por otro lado tiene sus riesgos para la salud, sin duda.
¿Es la ansiedad el principal motivo de esa gula?
Es uno de ellos. Un ejemplo muy frecuente es cuando vamos de vacaciones a un hotel con un desayuno enorme o con una oferta de “todo incluido”. Cuando habitualmente desayunamos un café y una tostada o una fruta, por ejemplo, en ese desayuno nos levantamos tres veces a repetir pasteles, tortitas, chocolate, revueltos...
Evidentemente, no tenemos necesidad de comer tanto, y son los impulsos los que nos llevan a ello, probablemente también por la novedad (es algo que no hacemos todos los días y nos permite salir de la rutina). Después, en el día a día, la ansiedad, el estrés y el estilo de vida acelerado que prácticamente todos llevamos, favorecen estos atracones sin motivo aparente.
¿Qué señales nos manda el estómago de que algo no va bien si abusamos de esas comilonas?
El estómago es un órgano que tiene una altísima capacidad de llenado. Nada más hay que ver los concursos de comer hamburguesas en Estados Unidos. Sin embargo, no es solo el estómago el que trabaja. La vesícula biliar tiene que hacer un sobreesfuerzo soltando bilis, el páncreas tiene que segregar mayor cantidad de enzimas digestivas para digerir todo lo que está pasando, además de controlar hormonalmente los niveles de azúcar. Por eso, una de las consecuencias de un atracón desmedido en personas predispuestas son los cólicos biliares o incluso pancreatitis tras una comilona.
También, toda esa comida tiene que ser procesada en el intestino. Así, cuando nuestro cuerpo ha llegado al límite, nos encontramos pesados, hinchados, por supuesto sin ganas de comer, con gases, también con ardor, ya que se produce exceso de ácido… Cuando llegan esos síntomas es señal que deberíamos haber parado antes.
¿Por qué se hincha el estómago al comer mal, rápido o compulsivamente?
Porque el proceso de la digestión es muy complejo, comienza en la boca con la saliva y luego en el estómago, el ácido hace que esos alimentos formen un “bolo” que pueda pasar al intestino delgado. Allí, gracias a la bilis y a las enzimas pancreáticas, hacen un efecto “jabón” y se fragmentan en nutrientes más pequeños que permiten ser absorbidos y desechar lo que no necesitemos para que salgan a través del intestino grueso con las heces.
Evidentemente este es un proceso muy complejo y necesita su equilibrio para ser llevado a cabo correctamente. Cuando al estómago no le da tiempo vaciar al intestino debido a la cantidad que hemos comido, pues se hincha como una pelota. Lo mismo pasa con la digestión en el intestino delgado, ya que nuestra microbiota no es capaz de seguir ese ritmo y se provoca con frecuencia fermentación de esos alimentos, con bolas de gas que hinchan el abdomen y alteran el ritmo intestinal.
¿Cómo afecta estos atracones al estómago si estamos con una dieta?
Es fácil pensar que el mantener una rutina de ingesta equilibrada es infinitamente mejor y más adecuado que tener altibajos en los cuales, los puntos altos son excesivamente elevados. También cometemos el error, en numerosas ocasiones, de confundir dieta con restricción máxima.
Por tanto, acostumbramos a nuestro organismo a comer de una determinada manera (muchas veces si seguimos una mal llamada dieta, de forma escasa) y de repente, le damos una sobredosis con un atracón. Como es lógico, mantener una cierta regularidad, sin que las dietas sean excesivamente restrictivas y sin que los atracones sean excesivamente exagerados, hará que nuestro cuerpo en general y nuestro aparato digestivo, en particular, funcionen de forma más correcta.
¿Qué pautas o consejos podemos seguir para mantener una alimentación saludable a prueba de toda tentación?
No diría yo a prueba de toda tentación ya que, de vez en cuando, un caprichito no hace daño y es, en muchas ocasiones, una de las salsas de la vida. Lo que sí hay que hacer es utilizar el sentido común, y ser sensatos y coherentes con lo que le aportamos a nuestro cuerpo en forma de comida a diario.
Se puede controlar perfectamente lo que se come y cuánto se come sin que eso impida disfrutar de la comida sin necesidad de pasar malos ratos. Así que, darnos un pequeño homenaje de vez en cuando, es perfectamente saludable.