Arnold Schwarzenegger se ha consolidado como todo un gurú del fitness. El culturismo siempre ha sido lo suyo y los papeles que ha interpretado en la gran pantalla han estado ligados a su figura extremamente musculada. Tanto es así, que la edad para él no es un problema y a sus 75 años sigue en plena forma. Su entrenamiento base son las pesas y los ejercicios de alta intensidad, que va uniendo a otros para mantenerse en plena forma. Con un ejército de fans tras él, tiene hasta una newsletter en la que incluye ciertos consejos muy valiosos para quienes quieran seguir su ejemplo y sacar la mejor versión de ellos mismos. Te contamos en qué se basa su dieta para estar igual que hace 20 años.
La primera recomendación de todas es que si queremos dar un cambio en nuestra vida debemos luchar por ello. Asegura que, desde hace 5 años, su dieta está siendo clave en el mantenimiento tanto físico como mental y se siente “joven, fuerte y cargado de energía”. Él comenzó a seguir este patrón alimenticio debido a unos altos niveles de colesterol y por lo tanto debía mantener un menú bajo en grasas y alto en proteínas vegetales, algo que también le ayuda en su firme propósito de proteger el planeta.
“Durante los últimos 5 años, he basado el 80% de mi alimentación en productos vegetales. A veces sigo comiendo carne, porque no puedo resistirme a un jugoso filete cuando tengo amigos en casa, o a un crujiente escalope vienés cuando estoy en Austria”, asegura en su cuenta de Instagram. Un mensaje que ha sorprendido mucho a sus fans, que consideraban que el actor vivía a base de huevos y filetes.
“Me siento más saludable y más joven en general”, asevera, y reconoce que hasta su propio médico se ha sorprendido de que este patrón le esté dando tan buenos resultados en los análisis. “Piensa que son de una persona diferente”, bromea.
El patrón que sigue Schwarzenegger no tiene nada que ver con el que explicaba de joven y utilizaba para ganar masa muscular. En ese momento, su alimentación se basaba en leche y productos lácteos como el queso, el requesón o el yogur. También tomaba importantes cantidades de carne, pollo y huevos que acompañaba con frutas y verduras frescas. Y tampoco faltaban en su día a día panes, cereales y grasas.
Dar un cambio tan radical le ha sido difícil, pero con perseverancia lo ha terminado consiguiendo. "Los cambios son duros. Tu cuerpo quiere continuar con la vida que ha estado viviendo y tu mente está habituada a los hábitos que tenías en el pasado. Piensa en cómo quieres cambiar porque te quieres a ti mismo".