¿Son saludables los bocadillos de paté con los que se crio toda una generación?
El bocadillo de paté reinó hace años en las meriendas y en los patios de colegio, recomendado por lo rico en hierro que era
El nutricionista Aitor Sánchez explica si en realidad era tan saludable como se decía y qué alternativas hay disponibles para el hierro
Siento la tripa hinchada: ¿me ayudará la dieta anti-infamatoria?
"Más bueno que el pan". Así rezaba el spot televisivo de una conocida marca de paté en los años 80 y 90. No es extraño que varias generaciones se criaran con un alimento omnipresente en las meriendas y bocadillos del recreo, en gran parte por lo rico en hierro que era, tal y como también destaca la publicidad de la época. Incluso el personal sanitario terminó recomendando su consumo.
¿Era el paté tan aconsejable como se decía? ¿Es realmente un producto para el día a día? Estas son algunas de las preguntas que resuelve el nutricionista Aitor Sánchez en una nueva entrega de ‘¿En qué quedamos? Por Mi dieta cojea’. Lo cierto es que en aquellos años se creía que el hierro de origen animal, el hemo, era mucho más saludable que el de origen vegetal, razón por la que se recomendaban en exceso productos cárnicos.
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Había una parte de verdad en aquella convicción. El hierro de origen animal se absorbe mucho mejor que el de origen vegetal, debido a que se difunde directamente a nuestras células intestinales. Pero lo que entonces parecía una ventaja, en los últimos años se percibe como una gran contra, ya que hoy sabemos que el hierro hemo en exceso puede facilitar la aparición de diabetes tipo 2 y el cáncer colorrectal.
Cambio de paradigma
Por eso las guías alimentarias actuales nos invitan a reducir la carne, sobre todo si es roja y procesada, y a aumentar la proteína de origen vegetal. En este contexto, recomendar paté para el hierro es tan contraproducente como recomendar hamburguesas para que acabes tomando tomate y lechuga.
Si necesitamos potenciar el nivel de hierro en nuestro organismo tenemos mejores opciones, como los mejillones y los berberechos, aunque lo ideal es recurrir más al de origen vegetal que podemos encontrar en las legumbres, los frutos secos y las semillas. De hecho, el problema que tenemos, en general, no es que consumamos poco hierro, sino que no lo acompañamos de vitamina C, que mejora mucho su absorción. De ahí la recomendación de acompañar las comidas principales con verduras y frutas.
La dieta anti-inflamatoria para la tripa hinchada
Por otro lado, está muy de moda la dieta anti-inflamatoria, que se recomiendan unos amigos a otros como si la inflamación fuese la causa de todo lo malo que nos pasa, como antes lo fueron la microbiota o el estrés oxidativo. Afortunadamente, las pautas nutricionales de esta dieta no difieren de las típicas de una alimentación saludable, por lo que no nos hará daño. La cuestión es si realmente nos ayuda cuando tenemos la tripa hinchada.
Muchas veces se confunde inflamación con hinchazón o pesadez, así que aunque mucha gente crea lo contrario la dieta anti-inflamatoria no necesariamente nos va a ayudar con nuestro síntomas digestivos. La inflamación crónica o sistémica, cuando aparece, suele ser resultado de un conjunto de malos hábitos (sedentarismo, tabaquismo, abuso de alcohol), no solo de una mala alimentación.