Comer menos para vivir más. Es lo que resume esta filosofía japonesa que se ha convertido en tendencia y que, en la isla japonesa de Okinawa, de donde es originaria, se sigue desde hace siglos. Es la única zona del mundo donde la practica toda la población y, curiosamente, la que cuenta con más centenarios del mundo. La idea de base es sencilla, entender la sensación de saciedad y, en ese momento, comer solo el 80% de lo que necesita tu cuerpo para sentirse lleno. ¿De lo que quieras? Realmente no. Además de reducir las cantidades, los alimentos que se incluyen son limitados y la velocidad de ingesta, lenta. Te lo contamos.
Los productos de proximidad y temporada son la piedra angular de este patrón de alimentación que asegura que da igual lo sano que comas si no eliges bien lo que te ingieres. Las verduras y hortalizas son protagonistas, centrándose sobre todo en el brócoli, las espinacas, el pimiento, la cebolla y las algas (no olvidemos que viene de Japón). Las frutas, legumbres y granos enteros, es decir, integrales, son otra de las patas de este patrón que hace hincapié de la importancia de tomarlos en pequeñas raciones y siempre evitando mezclas excesivamente calóricas.
La carne es una de las banderas rojas para los japoneses, no hablamos de eliminarla, pero sí de reducirla a la mitad o incluso menos. Recomiendan sustituirla por productos de soja fermentados y sopas. En cuanto al pescado, también en pequeñas cantidades y nunca enlatado (aunque sea una conserva al natural).
Además de la calidad de los productos y de ingerir solo hasta lograr el 80% de la saciedad, la forma en la que nos sentamos delante de la mesa también influye. Hay que hacerlo de manera consciente y evitando cualquier tipo de distracción, es decir, nada de televisión o móviles. Una vez que tenemos el plato delante, comer despacio y masticando bien cada bocado resulta fundamental para completar el ciclo.
La isla donde nació esta dieta, Okinawa, es también el lugar donde lo hizo el kárate. Gente de todo el mundo viaja hasta allí para profundizar en artes marciales y en la cultura que las rodea. Los habitantes de esta zona practican ejercicio físico diario. Además del kárate, el taichi es otra de las prácticas más comunes. Esta disciplina ancestral se centra en la relajación, la eliminación del estrés y el aumento de la flexibilidad.