La llegada de la primavera y la subida de temperaturas nos encara con una de nuestras peores enemigas, la báscula. Seas hombre o mujer, el hecho de pensar en los bañadores, seguro que te da un poco de vértigo y más este año que en Semana Santa no has podido huir a tu lugar de vacaciones y, en cambio, has estado en casa dándole a la manduca. Sabemos que perder peso a partir de cierta edad puede resultar algo complicado, es debido a la ralentización del metabolismo basal y, aunque realices la misma actividad que hace unos años, quemas menos. ¿Cuántas veces no has pensado volver al cuerpo que tenías a los 20? La influencer y nutricionista Paloma Quintana, @nutricionconQ, afirma en su libro 'Cocina, come y pierde grasa' que el peso ideal no existe y que no es normal que sea al mismo a los 50 que a los 20. Hablamos con ella para que nos explique el porqué de esta idea y desmonte con nosotros los mitos relacionados con la pérdida de grasa.
Por lo general, cuando pensamos en adelgazar, nos pesamos compulsivamente para ver si una semana hemos ganado o perdido peso. También, cuando acudimos a un experto, una de las preguntas más repetidas suele ser que cuál es el objetivo, el peso ideal al que tenemos que llegar. Pues bien, esa mentalidad está totalmente obsoleta. "El peso ideal no existe. Es uno de los conceptos que más nos cuesta desbancar a los expertos. Incluso en personas que llevan mucho tiempo con nosotros y llegan a entender mucho la relación con la alimentación saludable y con muy buenos hábitos, es algo que siguen teniendo en mente, que siguen preguntando, y realmente no hay una respuesta para eso".
Uno de los ejemplos más claros de que el número que aparece en la báscula no es siempre representativo es el de los delgados metabólicamente obesos, es decir, aquellas personas que pese a estar dentro del IMC normal, tienen un porcentaje de grasa tan elevado que se incluyen dentro de los parámetros de obesidad y se enfrentan a los mismos riesgos. "Es más importante fijarnos en baremos relacionados con los porcentajes de grasa, de músculo... hacer un balance solo fijándonos en el peso es muy complicado. Además. A nivel evolutivo también vamos cambiando. Es el momento de buscar otros indicadores de éxito, como yo lo llamo en el libro", nos cuenta la experta.
Pesar lo mismo que antaño es uno de los ideales que todos tenemos en mente según vamos cumpliendo años y la realidad es que, pese a ser posible, no es lo normal. "El cuerpo podría llegar a tener ese peso, pero por cuestiones fisiológicas y del propio desempeño de la vida, suele costar. Primero por la propia evolución del día a día y el trabajo, que nos lleva a movernos cada vez menos. Después entra en juego el tema de la morfología, de la composición corporal. El cuerpo va cambiando y, aunque pesemos lo mismo, la distribución suele ser diferente".
Con esto no queremos decir que nadie lo consiga, simplemente que entran en juego variables que escapan de nuestro control. "Uno de los ejemplos que yo suelo poner es el de mi madre que pesa lo mismo antes de estar embarazada que ahora con sesenta y tantos. Es una cuestión puramente genética y que el cuerpo sí que está lo mejor estabilizado en ese peso. Pero los condicionantes sociales, sumados a lo biológico y humano hacen que sea poco común".
Realizar cinco comidas al día. Es una de las directrices que tradicionalmente se han relacionado con la pérdida de peso y que, según nos explica la experta, no es fundamental y nos puede inducir a error. "Es uno de los mitos más instaurado, parece que si no distribuyes así tu alimentación no lo haces bien. Yo siempre en consulta digo que nos da igual cuántas veces comas, la base de todo es incluir alimentos de calidad y, a partir de ahí, estudiamos la distribución de esa comida, pero no es el primer eslabón a la hora de querer mejorar nuestro patrón dietético".
Otro mito muy instaurado es el de comer sin grasa. Parece que este parámetro es el único importante y da igual todo lo demás. ¿Quién no se ha encontrado alguna vez en el supermercado a más de uno revisando la tabla nutricional de la parte trasera de los ultraprocesados en busca de los 'bajos en materia grasa'? estas palabras no son sinónimos de que un alimento sea saludable. "Son estrategias de marketing en las que la gente sigue cayendo y, si bien sabemos el componente graso de un alimento es calórico y que comer con una dieta muy, muy, muy elevada en grasa, sea del tipo que sea, no es recomendable, debemos analizar que no todas las grasas son iguales. Comer sin nada de grasa es casi imposible y tampoco es bueno, ya que la grasa es vehículo de nutrientes importantísimos como la famosa vitamina D o la E".
El aceite de oliva se debe convertir en la grasa habitual de nuestras comidas, pero eso no quiere decir que debamos buscar alimentos desnatados o bajos en grasas. "No debemos dar preferencia a un pescado porque tenga menos grasa, cuando sabemos los beneficios de la grasa del pecado, ni tampoco a un batido desnatado pudiendo comer un poco de queso de buena calidad que es elevadísimo en grasa, pero nutritivo. La grasa es un componente de nuestra dieta que debe de estar ahí y, además, es saludable que lo esté", concluye la nutricionista.