Puede que una taza de caldo al cruzar la frontera parezca poca cosa cuando se deja atrás el país, el hogar y a tu gente, pero no. El caldo entona el cuerpo y también el ánimo. La acogida hace que se reduzcan significativamente los niveles de ansiedad. La vida no se acaba y el camino no ha sido en vano. Aunque la situación no deja de ser horrible, aún hay un resquicio para la esperanza. Ricardo Angora Cañero lleva 30 años observando en los campos de refugiados la inmensa capacidad de una atención básica desde ese primer momento en el que una persona se convierte en refugiada. Hablamos con él de su trabajo y de la huella que deja en el cerebro esa marcha forzosa y acelerada en medio del horror y el miedo.
Antes de nada, merece la pena conocer algo más de este profesional, una de las imágenes del humanismo en medio de las barbaries. Es traumatólogo, psiquiatra y miembro de Médicos del Mundo, organización que presidió entre 1998 y 2004.
Tiene 62 años y es natural de Ciudad Real. Ha pasado media vida colaborando en campos de refugiados, crisis humanitarias y conflictos armados, ocupándose de la salud mental de las víctimas consciente de que de ella depende, en buena parte, la recuperación de las estructuras sociales. Forma también parte del equipo de Psiquiatría del Hospital Gregorio Marañón, en Madrid, donde ejerce como psiquiatra.
Trabajaba como colaborador en una organización humanitaria en proyectos de intervención psicosocial cuando supo que urgían médicos para desplazarse a una zona de conflicto armado. Así es cómo empezó a trabajar en acciones humanitarias cada vez con mayor permanencia y de mayor calado. Todas con un denominador común: el sufrimiento de las gentes como consecuencia de situaciones traumáticas, de alto estrés y a veces de pérdidas de seres queridos. Además de atender in situ, planifica las intervenciones en los campos de refugiados, elabora estrategias y coordina acciones dirigidas mejorar la salud y aliviar el dolor emocional.
Ha sido testigo de situaciones extremas en Afganistán, Iraq, Haití, Siria, Filipinas, Palestina y en cualquiera de los países donde ha hecho falta cuidar la salud mental de los más desfavorecidos y dar respuesta a sus enormes necesidades sanitarias y humanas.
La ONU estima hay unos 85 millones de personas en todo el mundo han sido desplazadas a la fuerza por la violencia y las guerras. Desde los primeros momentos de una catástrofe o conflicto, el 90% de la población experimenta temor, sensación de muerte inminente o descontrol emocional. Hay un 40% que sufre reacciones de estrés agudo o un duelo importante.
Y en torno al 20% desarrolla un trastorno mental común, como ansiedad, depresión, alteración del sueño, estrés postraumático o un trastorno de la alimentación. Algunas de estas reacciones suelen ser transitorias. Si aparece estrés postraumático, la recuperación es más compleja.
Las devastadoras consecuencias a largo plazo las refleja un estudio publicado en The Lancet que revela que más de una de cada cinco personas que han vivido un conflicto bélico en los diez años anteriores sufre depresión, trastorno de ansiedad o de estrés postraumático, bipolaridad o esquizofrenia. En las madres embarazadas durante la guerra las probabilidades de dar a luz a un hijo que padecerá esquizofrenia son significativamente más altas.
Y la siguiente infografía, elaborada por la Universidad Pontificia de Comillas a partir de un informe de Médicos Sin Fronteras en la ciudad italiana de Ragusa, resume los factores que influyen en el impacto que tiene para un individuo el abandono forzoso de su país. Se vio además que, en una muestra de 387 personas, el 60,5% presentó algún trastorno mental. Haber padecido una experiencia traumática multiplicaba el riego por 3,7.
Angora nos detalla qué ocurre una vez que cruzan la frontera
¿Qué supone para estas personas una ruptura tan brusca en sus vidas? ¿En qué condiciones llegan?
El abandono forzado del hogar, con lo que ello conlleva -pérdidas de relaciones sociales, vecinos o sentido de comunidad-, produce inicialmente una sensación de tristeza y de desesperanza que, si no es asimilada y la persona no se adapta a la nueva situación, desencadenará a largo plazo clínica depresiva.
Por un lado, llegan agotados por la larga ruta, con condiciones duras, con un gran nivel de estrés y por el temor a sufrir ataques o abusos. Al mismo tiempo, esperanzados por encontrar un lugar seguro donde no temer por su vida, ni por la de su familia.
¿Qué tipo de atención inmediata necesitan en cuanto a salud mental? ¿Es posible evitar patologías?
En general, necesitan apoyo emocional. Aquellos que presentan estrés agudo precisan técnicas de manejo del estrés, pero sobre todo la sensación de protección. Esta primera intervención que se hace de apoyo psicosocial o psicológico es clave para evitar que se produzcan complicaciones psicológicas.
¿Cuál es la reacción de los niños cuando se les explica la situación?
Los menores pueden reaccionar a las malas noticias con alteraciones emocionales, tristeza o ansiedad. En ocasiones, con alteraciones conductuales, como dejar de hablar de forma transitoria.
¿La idiosincrasia de cada país influye en el modo de asimilar estos acontecimientos?
Aspectos como la cultura, la organización social, las costumbres o la religión influyen notablemente en cómo las personas experimentan un exilio que es forzado. También hay que tener en cuenta que llegan a países muy diferentes a los suyos en cuanto a la forma de vida y en ocasiones supone un choque cultural.
En el caso de Ucrania, ¿qué riesgos observa?
Los mayores riesgos de las personas refugiadas son las situaciones dramáticas que han vivido cuando son atacadas las ciudades donde residen, haber experimentado violencia, pero también la pérdida de seres queridos. Se puede producir un duelo complicado, difícil de resolver. La separación de las familias y de los seres queridos o la pérdida de propiedades, del hogar y de sus medios de vida provocan indefensión.
¿Qué colectivo presenta mayor vulnerabilidad?
En los menores destacan los síntomas de ansiedad porque desconocen en gran medida lo que está pasando. También pueden experimentar alteraciones de la conducta. Los adultos sufren sobre todo estrés, alteraciones emocionales y duelo en caso de pérdida de seres queridos. Si han sufrido una amenaza, experimentarán traumas psicológicos. El mayor riesgo de depresión lo padecen las personas ancianas, más aún si se encuentran solos o sin apoyo familiar. No pueden evitar ver el futuro muy incierto.
Hablamos de millones de refugiados. ¿Cómo se organizan los profesionales de salud? ¿Cómo identifican los casos que requieren mayor atención?
En primer lugar, se hacen intervenciones grupales fundamentalmente para que conozcan losriesgos y de qué forma psicológica les pueden afectar. En aquellos que ya presentan alteraciones hay que desarrollar acciones de apoyo emocional, lo que se llama primera ayuda psicológica. Se detectan los grupos o colectivos vulnerables y se hacen intervenciones más específicas, sobre todo de apoyo psicológico a nivel grupal o de apoyo psicosocial.
En algunos casos se organizan grupos de autoayuda generalmente con personas que tienen el mismo tipo de problema, como la pérdida de un ser querido, haber resultado heridos, ser testigos de actos muy violentos o haber sufrido un trauma psicológico. SI se detecta una patología o problema de salud mental específico, como un trastorno de ansiedad, depresivo o de estrés postraumático, se hace una intervención especializada dirigida a tratar estas alteraciones.
¿Con qué recursos cuentan los profesionales de la salud en el campo de refugiados?
Hay que estar preparado. Es muy importante disponer de herramientas para hacer frente a las situaciones de elevado estrés en las que se desarrollan las actividades por parte de los cooperantes y es muy importante las técnicas de autocuidado personal en las diferentes esferas: física, descanso, buena alimentación, cognitiva, la esfera de las emociones, las relaciones interpersonales. Al mismo tiempo hay que tener sistemas de apoyo y ayuda psicológica y a equipos. A través de intervenciones y sesiones grupales en las que compartimos experiencias y ayuda mutua.