Una bomba y una cuenta atrás para desactivarla. En medio, muchos miedos que gestionar y poco margen para el error. Este es, en pocas palabras, el mundo de Julio de la Iglesia, Tédax (técnico especialista en desactivación de artefactos explosivos), aunque su presentación exige mencionar muchas cosas más. Madrileño, 58 años, padre de una hija, emprendedor, coach, conferenciante, tres veces número uno en oposiciones al Estado, apasionado de la navegación a vela, pescador de tiburones, educador en la cárcel, boina verde, maestro ninja… Cada detalle en su biografía cuenta para hablar del miedo con la convicción con que lo hace, como si gozase de la improbable habilidad de sentarse a charlar animadamente con un torpedo o un depredador, sin que le importe cuán peligroso pueda ser.
Y a pesar del coraje que le endilgamos en cuanto le conocemos, De la Iglesia siente miedo. Lo ha sentido desde pequeño y de diferente modo a través del tiempo, si bien lo que le distingue, y por lo que está atrapando el interés del público, es su modo de gestionarlo. No es una paradoja y lo explica con una frase muy sencilla con la que ha titulado su libro: 'El miedo es de valientes'. "Valentía -nos explica- no es ausencia de miedo, sino dar un paso al frente cuando lo tienes y no dejarte vencer por él. Durante muchos años tuve claustrofobia y logré superarla subiendo en ascensor hasta la decimoquinta planta de mi casa".
La primera vez que se enfrentó a una pequeña granada de mortero, en medio de los montes de Teruel, se le encogió el estómago. "Ese bloque de hierro oxidado parecía que me estaba esperando para cumplir su destino: explosionar. Mientras empujaba el detonador contra la mecha lenta y lo mordía con las tenacillas, el corazón me latía a toda prisa y me temblaba el pulso como a un novato. Bueno, en realidad es lo que era". Curiosamente, confiesa que ahora su hija es el foco de sus desvelos. Lo fue cuando empezó a navegar en vela con ella y lo es ahora que está en la plenitud de su juventud.
En general, al ser humano le aterra la muerte, la idea de perder autonomía, la soledad, la enfermedad, la humillación. Son miedos primarios a partir de los cuales nacen otros tan distintos como las alturas, viajar en avión, ser atrapados o controlados por la alguna circunstancia, el abandono, el rechazo, los animales peligrosos, hablar en público… Como dice Woody Allen, el miedo jamás nos engaña para irse con otro.
"Es una emoción humana y primaria -añade De la Iglesia-, importante porque nos sirve de alerta para saber con qué debemos tener cuidado. Lo principal es identificarlo y afrontarlo para seguir avanzando. Si por miedo no tomamos decisiones que pueden transformar nuestra vida, no habrá modo de lograr nuestros sueños". Tampoco nos permitiría progresar como sociedad. De hecho, el miedo es, según la revista Harvard Business, el mayor obstáculo para innovar y crear negocio.
Por eso, el Tédax tiene tan claro que es importante subyugarlo antes de que nos subyugue a nosotros. Ese pellizco en el estómago que él sintió en los montes de Teruel aquella primera podría haberle secuestrado la mente, impidiéndole pensar en nada más e interrumpiendo un sueño que se empezó a gestar casi desde que tiene uso de razón. "El miedo es impredecible e inevitable, pero vencerlo va a depender de nosotros", insiste.
Él lo tuvo claro desde pequeño. Quería ser un hombre de acción, como aquel Madelman que vio en un escaparate y que sus padres le prometieron si sacaba bien el curso. ¡Vaya si lo sacó! Si el muñeco le inspiró, algunas series de la época -'El hombre del rifle', 'Los hombres de Harrelson' o 'Starsky y Hutch'- le atraparon sin posibilidad de vuelta atrás en sus aspiraciones. Con estos personajes aprendió una gran lección: "Si al otro lado del miedo está aquello que deseo, aprieto los dientes y tiro hacia adelante".
Con 27 años decidió abandonar su puesto acomodado y bien pagado en un banco para ingresar en el Cuerpo Nacional de la Policía. Fue el número 1 en la oposición. Eligio instruirse como Tédax en los años más brutales de la banda terrorista ETA. Para él no deja de ser un trabajo que le inspira dignidad y valor, pero también le ha permitido desarrollar una serie de cualidades que considera valiosas para superar otros miedos, como el control emocional o la templanza. "Cuanto más complicada es una situación, más serenidad exige", dice.
Una vida de acción da para mucho y le ha permitido dar forma a su propio método de superación del miedo. Se ha basado en su experiencia profesional, pero también ha estudiado, se ha documentado y ha tomado nota de grandes maestros. Con sus conferencias y entrenamiento como coach se ha propuesto sacar al valiente que hay en todo miedoso.
"Entre las personas a las que ayudo a superar el miedo hay padres, directivos, líderes y todo tipo de gente. Todos lo tenemos. Al fracaso, a la pérdida de patrimonio, de seres queridos, de autoridad o de prestigio, a no ser reconocidos profesionalmente, etc".
Lo que él trata de decir en su libro 'El miedo de valientes' y a todo aquel que quiera escuchar es que nuestros temores y desasosiegos se pueden convertir en una fuerza impulsora, en un trampolín al éxito. "La estrategia consiste en vencer el miedo ganando seguridad, confianza y amor propio con un método de trabajo, un plan que ejecutaremos sin malgastar tiempo y energía en aterrorizarnos".
Su fórmula, que él ha llamado MC4, se basa en la motivación más 4C, como el explosivo C4, una variedad de explosivo que suele usarse en operaciones bélicas y tareas de demolición. Son cinco fases que explica con detalle en su libro:
Lo primero que necesitamos para superar el miedo es un motivo por el que valga la pena arriesgarnos y superior al esfuerzo que tenemos que realizar para vencerlo. La motivación lleva a algunas personas a escalar un ocho mil, entrar en un edificio en llamas o invertir sus ahorros en emprender. "La pasión vence al miedo. Siempre hay una forma. No hay adversidad que un corazón apasionado no pueda superar y aun cuando todo parece perdido, se escucha su latido".
De la Iglesia recoge una cita del psiquiatra Viktor Frankl, cautivo en varios campos de concentración nazi: "No siempre podemos elegir las circunstancias, pero sí con qué actitud queremos vivirlas". Controlar la emoción significa identificarla, aceptarla, regular su intensidad y decidir si la mantenemos o la aplazamos. "Es templarla, ni muy caliente, ni muy fría, para pensar con claridad".
Significa razonar, evaluar la amenaza e identificar el delirio incapacitante para decidir la mejor solución y avanzar hasta el final. La seguridad total no existe, siempre hay un porcentaje de riesgo, pero habrá que tener en cuenta que los sucesos que un miedoso ve inminentes, el resto los ve improbables.
De nada sirve perder el tiempo en preocupaciones, excusas o lamentaciones. Lo que se necesitan son soluciones, pensar en cómo empezar a superar tu miedo teniendo en cuenta que, si bien el miedo es inevitable, vencerlo es una decisión. Y la decisión es el principio de la acción.
El lo define como el salto de la razón a la acción. Es el gran transformador de la realidad y el antídoto contra el miedo. El miedo puede ser el combustible más efectivo para mejorar o para cometer errores si dejamos que nos supere. Cada cual decide.