Tras disfrutar (o no) del descanso estival llega el ineludible regreso a la rutina. La vuelta al trabajo suele llevar aparejado un pequeño bajón, un desajuste emocional. Para algunos se traduce en tristeza o melancolía, para otros en estrés. El llamado síndrome vacacional es cada vez más común en la vida moderna, aunque no está aceptado como enfermedad en las principales clasificaciones internacionales. Sin embargo, hay formas de evitarlo, o al menos de que no nos condicione en exceso.
El síndrome vacacional se refiere al conjunto de emociones que aparecen en algunas personas inmediatamente después de su reincorporación laboral. Tras el fin de un lapso temporal que nos ha aportado calma y liberación, se produce un cuadro de debilidad generalizada marcado por causar insomnio, apatía, ansiedad, tristeza, irritabilidad, dificultad para concentrarse y fatiga tanto física como psicológica.
Al mismo tiempo, nuestro cerebro exagera la percepción de las vacaciones pasadas, incluso si no fueron tan alegres y brillantes, de modo que la vuelta a lo mundano parece desproporcionadamente más ansiosa y deprimente de lo que realmente es. Todos esos signos y síntomas, tanto físicos como emocionales, son un intento por parte de nuestra mente de restaurar el nivel ordinario y óptimo de nuestro funcionamiento.
El bajón es un proceso adaptativo, y por tanto incluso saludable, en la búsqueda por el equilibrio emocional adecuado. En ese sentido, los expertos de TherapyChat nos dan una serie de pautas para prevenir o minimizar sus síntomas lo máximo posible:
Una buena manera de evitar el atasco de trabajo al regreso de las vacaciones es la de confeccionar antes una lista muy precisa y ordenada sobre todo lo que deberás hacer a tu regreso. Tiene que ser una lista lo más concreta posible porque de esa manera conseguiremos reducir el trabajo atrasado. Haz la lista y prepárate para desconectar.
El objetivo de esto es cuidar tu bienestar físico y mental. Volver al trabajo para tener un día repleto de reuniones puede impedirte avanzar en las tareas que se han acumulado durante tu ausencia.
Intenta no estresarse por la cantidad de correos electrónicos que encuentras a tu regreso, recuerda que muchos pueden ser anuncios, otros cadenas de conversaciones o spam. En su lugar, ocúpate de organizar estos correos por categorías, luego por tareas y finalmente por prioridades.
Procura reservar unos minutos para un café con los compañeros y hablar de las vacaciones. Esto te ayudará no solo a reducir los niveles de estrés sino también para estar al día con lo que ha ocurrido en la organización durante tu ausencia.
Después de un tiempo de ausencia, lo habitual es creer que para ponernos al día debemos ampliar nuestras horas de trabajo. Sin embargo, así nos estresamos más y reducimos nuestros niveles de productividad a largo plazo, aunque en el corto plazo creemos estar haciendo más.
Intenta organizar la vuelta de tus vacaciones para pasar unos días en casa antes de reincorporarte al trabajo. Realizar las tareas cotidianas, como la compra o la limpieza, dar un paseo, ir al gimnasio e intentar levantarte temprano para reajustar nuevamente tus horarios te ayudarán a restablecer, poco a poco, el ritmo perdido.
Trata de reducir las ingestas de azúcar y alcohol. Lar razón es que ambos son ampliamente reconocidos por su relación con la depresión. No es de extrañar que después de un periodo de casi un mes de excesos, no nos sintamos bien. Nada más saludable, para el cuerpo y la mente, que recuperar una dieta rica en vitaminas y proteínas.
Para aliviar ese bajón que conlleva la vuelta a la rutina es conveniente albergar la perspectiva de unas nuevas vacaciones para un futuro no muy lejano.