Han pasado más de dos años desde que las cámaras fueron testigos de la última reunión pública de Felipe VI con don Juan Carlos. Padre e hijo se han visto en este tiempo, pero siempre en la intimidad. Ahora, la muerte de la reina de Inglaterra Isabel II los ha vuelto a reunir frente a las cámaras. Los monarcas eméritos no acudieron a la capilla ardiente, debido a los problemas de movilidad del padre del Rey, sin embargo, fuentes de El español aseguran que ambos sí acudieron a la recepción ofrecida en el Palacio de Buckingham el domingo por la tarde.
Se saludaron cordialmente, eso sí, esquivando la foto juntos. Algo que, en cambio, hoy no han podido evitar y es que, aunque han acudido por separado, el protocolo les ha sentado juntos. El revuelo ha sido tal, que el emérito ha terminado por rechazar la invitación para asistir esta tarde al funeral privado en Windsor, al que había sido invitado a título personal por la Casa Real Británica. La psicóloga Teresa Terol nos explica cómo hacer frente a estas situaciones incómodas sin caer en la falsedad o en el hipocratismo.
Don Felipe y doña Letizia viajaron a Londres en un avión de la Fuerza Aérea acompañados de la Reina Sofía, pero a su llegada se desplazaron a distintos alojamientos. Esta última, al hotel Cladirge’s, donde ya le esperaba don Juan Carlos, que había aterrizado horas antes en la capital procedente de Abu Dabi. Todos sabían que el encuentro era inevitable, pero esperaban que las cámaras no lo inmortalizaran.
“Debemos entender que en la vida no podemos hacer solo lo que nosotros queremos y que, a veces, tenemos que estar en lugares que no nos apetecen y con personas que no desearíamos. En estas situaciones, lo mejor es ser educado y cordial, no demostrar que existe cierta tensión y esto no es ser hipócrita, es saber vivir en sociedad. Hay que aplicar los valores de tranquilidad, calma y enfocarnos en lo que interesa, que suele ser no dar de qué hablar”, explica Terol.
La gestión de la incomodidad suele ser algo que nos cuesta mucho y cuántos más años tenemos, más tendemos a evitar estas situaciones. La falsedad está tan mal aceptada que en ocasiones consideramos que ser maleducado es preferible, pero estas situaciones forman parte de la vida y hay que aprender a gestionarlas.
“Es algo que se trabaja mucho en terapia y debemos entender que mantener la compostura es algo que hacemos por nosotros mismos, no por la otra persona, por ser quienes queremos ser. Es normal pensar que preferiríamos que no estuviese, pero como no depende de nosotros, es mejor no enfocarse en ello y demostrar educación básica. La frustración forma parte de nuestro día a día y es fundamental asumirla, tengamos la edad que tengamos”, concluye Terol.