Largas respiraciones precedían a sus preguntas. Un clima de confesión que se convirtió en su seña de identidad. Jesús Quintero, ‘El loco de la colina’, fallecía este lunes a los 82 años y con él un legado periodístico inmenso. Y es que no importaba a quién tuviese delante, si era Rocío Jurado o Rafael Escobedo, él callaba para que el invitado hablase. Sin presión. A él el silencio no le incomodaba, sabía manejarlo, pero al resto nos aterra. ¿Qué tendrá la falta de ruido para producir ese malestar e incomodidad que se nos hace casi insoportable? Hablamos con la psicóloga Ingrid Pistono para que nos explique su importancia y cómo nos pueden ayudar en nuestras relaciones sentimentales, de amistad e incluso en la relación con nuestros hijos.
Vivimos acelerados, rodeados de ruido, tanto es así que la Organización Mundial de la Salud calcula que unos 340 millones de habitantes de Europa occidental perdemos años de vida saludable cada año debido al ruido. Nos afecta al sueño, a la concentración, a la productividad, a la presión arterial y a corazón, pero cuando pensamos en frenar y escuchar, el miedo nos invade. No lo sabemos hacer. El silencio nos da espacio para pensar y alimenta nuestra mente, y esto se nos hace realmente incómodo.
“Tendemos mucho a hablar y no escuchar, solo oímos nuestro propio discurso repetido y eso no nos aporta nada. Cuando hablamos de resolución de conflictos debemos entender que, si no escuchamos a la otra persona, y para eso tenemos que callarnos, no salimos de nuestras propias ideas y no nos empapamos de lo que nuestro interlocutor intentar explicar. Lo más curioso es que, cuando quien tenemos en frente se calla, lo tomamos como una ofensa y un castigo, pero no es así. Una de las virtudes a las que debemos aspirar es a tener es la capacidad de escucha”, nos explica la psicóloga.
Pese a que está estudiado que el silencio disminuye el estrés al reducir los niveles de cortisol y adrenalina, la falta de costumbre nos incomoda de tal manera que tendemos a rellenar huecos. “Si vemos que al contar algo, la otra persona se calla, empezamos a dar más y más información para ocupar el espacio, pero no tiene sentido”.
Es algo similar a las personas que detestan estar solas y siempre tienen ruido de fondo: podcast, música, la tele… cualquier cosa para no estar con sus pensamientos en una conversación de tú a tú. “Nos da miedo porque eso implica conocernos de verdad”, asevera la experta.
Defendernos. Dar nuestra visión y nuestra versión. Increpar. Son las fórmulas habituales de enfrentarnos a situaciones desagradables y, en opinión de la psicóloga es un tremendo error. “Utilizar el silencio en lugar del regaño es una buenísima estrategia con cualquiera de nuestro entorno. Aprender a escuchar, a entender lo que tiene el otro en su cabeza. Esto no está socialmente aceptado, el silencio no lo está, pero es necesario. Mi recomendación siempre es clara ‘Cállate y escucha’”, concluye la experta.