Escribir en medio de un proceso depresivo cosas que nos hacen felices. Es el reto al que se ha enfrentado la periodista Hannah Jane Parkinson, columnista de The Guardian. Autora del libro 'La alegría de las pequeñas cosas', tenía 16 años la primera vez que le diagnosticaron una depresión y a los 20 los médicos aseguraron que sufría un trastorno bipolar. Toda su vida adulta ha estado marcada por cuadros mentales, que le han llevado incluso a plantearse el suicidio, pero que no le han impedido proponer una columna semanal para hablar de cómo encontrar placer en cosas del día a día.
Fue hace unos años, en 2018 cuando decidió ponerse manos a la obra, con un confinamiento de por medio. Tras comentarlo con su terapeuta, esta encontró especialmente beneficioso este ejercicio de que aportase ese toque de alegría al mundo. Asegura que algunas ideas se le ocurrieron en sitios específicos, como unas vacaciones, mientras que otras le llevaron a hacer un verdadero ejercicio de autoanálisis. Repasamos cinco de las que aparecen en el libro, algunas verdaderamente controvertidas.
"Disfruto mandando un libro que no me está gustando a la otra punta de la habitación. El alivio que se experimenta al dejar de hacer algo que no estás disfrutando ni te está aportando nada produce una sensación de bienestar y ligereza. Pero también es verdad que antes incluso de que llegue el momento de abandonarlo, durante la propia lectura de la cosa horrible en cuestión, puede colarse cierta sensación placentera. Puede que sea una versión de esa alegría que sentimos hacia la desgracia ajena".
"Decimos que sí a cosas que no nos interesan en absoluto con demasiada frecuencia. O quizá haya cosas que sí que te apetezca hacer, pero llega el día y se pone a llover o estas cansadísimo (...) Sea lo que sea, aquí lo importante es una cosa: preferirías no ir. Es un dilema que provoca mucha ansiedad. Y es en ese punto cuando, si le suerte está de tu lado, se te puede conceder un glorioso indulto: que el plan al que no querías ir se cancele. Es el equivalente social a cuando estás mentalizado para dejar a alguien y va y se te adelanta".
"Esto puede sonar raro, incluso hipócrita, pero hay todo un placer inopinado en el hecho de equivocarse. En concreto, en el momento exacto en el que te das cuenta. También resulta placentero tener un enérgico tira y afloja con un amigo durante el que los dos estáis convencidos de que lleváis la razón -aunque, a menos que tengáis algún problema de comunicación, no es posible que ambos estéis en lo cierto-. Esta fase del debate es también algo inquietante porque hace pensar que vivís en universos paralelos. O que uno de vosotros está tremendamente borracho".
"El diccionario lo define como el olor agradable y característico que normalmente sucede a las primeras lluvias que se dan en una zona tras un periodo de sequía. (...) El placer que produce el petricor está relacionado con los otros beneficios de que termine una ola de calor: recuperar la posibilidad de dormir sin tener que dejar las extremidades colgando del colchón. Según la ciencia, el petricor se produce porque el aceite que se queda atrapado bajo el suelo seco y la roca en épocas de calor acaba saliendo a la superficie en forma de humedad".
"Poca gente negará lo incómodo que resulta encontrarte con alguien que no quieres ver. Ni siquiera tiene que ser alguien que te caiga mal: puede que en el autobús te cruces con un compañero de trabajo y tú estés cansada O que sea el amigo de un amigo que te cae bien, pero que no calla. O puede que sea tu ex. Sin embargo, qué alegría, qué regalo cruzarte con alguien a quien hace mucho que no has visto. Alguien con quien llevas tiempo queriendo tomarte una copa que al final siempre acabas posponiendo. Es como encontrarte un billete, solo que aquí conoces a la persona que sale en él".