Cherofobia: cuando rodearse de felicidad nos pone tristes

  • La cherofobia es la incapacidad para disfrutar de los momentos felices

  • Aunque no está reconocida como trastorno, puede invalidar la vida del que lo sufre y de todo su entorno

  • Los cherófobos necesitan la ayuda de su entorno para que comprueben que la felicidad no va ligada a la desgracia

Todos tenemos amigos que lo ven todo de color rosa y otros que siempre están rumiando algo, aunque su vida discurra apacible. Esos que ven la botella siempre vacía aunque haya para varias rondas. Si te suena esto, tienes un cherófobo entre los tuyos.

¿Qué es la cherofobia?

La cherofobia es, básicamente, no disfrutar, incluso echar a perder, los momentos de felicidad que se dan en el día a día. Hay pocas definiciones científicas porque hasta este momento la cherofobia no se reconoce realmente como un problema mental. Pero haberla, hayla, y crea no pocos momentos incómodos. Es algo así como andar de bajón perpetuo, algo que se contagia porque, como sabemos, nuestras neuronas espejo, en este caso, tienen que reflejar un panorama de pesimismo.

La persona cherófoba tiene miedo a la felicidad. Cree que si es feliz, más tarde o más temprano lo pagará con momentos de crisis o infelicidad. Para este tipo de personas el razonamiento es simple: si hoy se disfruta de un momento de felicidad, pronto ocurrirá algo malo. Esta fobia suele ir ligada a un trauma del pasado. Para no revivir ese momento, el cherófobo intenta sustraerse a cualquier momento de placer.

¿Cuáles son los síntomas?

Para el paciente cherófobo lo importante es rechazar todo aquello que pueda asociarse a un momento feliz. Intentará no participar en ningún evento social o familiar: ni fiestas ni aniversarios ni grandes celebraciones. En esos casos, va a imaginar todo tipo de pretextos para no participar en la celebración. Suelen ganarse fama de raros, huraños o incluso misántropos. No es extraño. Los cherófobos prefieren vivir en su ambiente de eterno fatalismo y melancolía. Están a gusto en una zona de confort gris. Entienden que la felicidad existe, pero para los demás. En su caso, la felicidad va ligada a la desgracia posterior.

¿Hay solución?

No es un trastorno irreversible, pero, al igual que la depresión, necesita tiempo para poder ir superándolo. En realidad, el tiempo es el principio activo fundamental en cualquier tratamiento que tenga que ver con la salud mental. Además de disponer de tiempo, ¿cuáles son los otros recursos para superar una cherofobia?

  • Acudir al psicólogo. Aunque la cherofobia no es una patología como tal, conviene tratarse porque nos impide vivir una vida plena. El cherófobo tiene que comprender que a la felicidad no le sigue forzosamente un momento de infelicidad y eso puede requerir ayuda profesional.
  • Aprender a relajarse. Cuando uno está relajado, abandona el modo de 'defensa' en el que están instalados muchos cherófobos. La relajación puede venir de la mano del ejercicio o de la práctica de la respiración consciente, incluso de terapias más novedosas, como el grounding o los baños de bosque.
  • Confiar en los demás. El acompañamiento de los cherófobos en momentos clave es esencial. Tienen que comprender de manera empírica que la felicidad o los momentos de bienestar son inofensivos.
  • Si conoces a un cherófobo, no lo abandones. Sería una especie de profecía auto-cumplida: el cherófobo no confía en la felicidad y cree que los demás le son hostiles. Si está realmente solo, es difícil que crea en la felicidad.
  • Terapias conductivas y comportamentales. En los casos más graves, este tipo de terapias pueden ser muy valiosas para romper los círculos viciosos en los que es tan fácil caer.