Soñar los hacemos todos. A veces incluso estando despiertos esperando o luchando para que ocurran ciertas cosas. Pero hablamos de los sueños mientras estamos dormidos, de esos que a veces recordamos a la perfección cuando nos despertamos o que, por el contrario, de los que tenemos ciertas lagunas cuando despegamos la oreja de la almohada. Soñamos a lo largo de toda nuestra vida, unos son mejores y otros peores, siempre se nos cuela alguna pesadilla, pero ¿cambia la forma de soñar según vamos envejeciendo? ¿Son diferentes cuando somos niños y cuando somos adultos?
Gary Wenk, profesor de Psicología, Neurociencia y Virología Molecular en la Universidad de Ohio, ha hablado de ello en el artículo 'Cómo cambian los sueños desde la infancia hasta la vejez' publicado en la revista Psychology Today. “Los sueños ocurren predominantemente durante el sueño de movimientos oculares rápidos (lo conocido como fase REM)”, explica.
Según el experto comenta, el cerebro necesita los sueños. “Cuando el sueño REM se reduce debido a la medicación o la privación del sueño, la cantidad de tiempo dedicado a REM aumenta durante el siguiente período de sueño y los sueños son más vívidos y abundantes”, señala.
Además, continua con cómo evoluciona el sueño a lo largo de la vida de una persona. “Las características cambiantes de los sueños a medida que avanzamos desde la niñez hasta la vejez ofrecen una idea del propósito de los sueños”, indica, ya que estos se adaptan a nuestra madurez y el momento vital en el que estamos. “Los sueños de los niños pequeños son escenas estáticas de familiares o animales. Creen que los sueños vienen de fuera de ellos mismos. Durante los tres y los siete años los niños tienen una representación más clara de sí mismo en los sueños. Las pesadillas también comienzan a aparecer a esta edad”.
A partir de esa edad comienzan fases de cambios. Hasta los 12 empiezan a aparecer amigos y personas desconocidas que no están en la familia, y entre esa edad y los 16 hacen acto de presencia los sueños húmedos y estos empiezan a ser cada vez más elaborados que los de los niños. Sin embargo, una vez terminada la pubertad, la calidad del sueño empieza a deteriorarse progresivamente hasta la vejez.
Los adultos siguen teniendo sueños elaborados que son protagonizados principalmente por cosas cotidianas e interacciones sociales, convirtiéndose en sueños mucho más reflexivos según se avanza en edad, apareciendo en ellos seres queridos, tanto aquellos que están vivos como los que han fallecido.