"Es una locura que se haya dado de esta manera. Lo deseaba muchísimo. Sabía que Dios me iba a regalar esto. Y sabía que iba a ser esta Copa. No puedo pedir nada más". Así se expresaba Leo Messi tras conseguir a los 35 años el título que llevaba toda su carrera buscando, la Copa del Mundo. La que Argentina no levantaba desde 1986 con Maradona. Cuatro Mundiales persiguiendo un sueño y fracasando una y otra vez en el empeño hasta que a la quinta ha ido la vencida. Pero ¿y ahora qué? ¿Cómo se gestiona lo que viene después de conseguir aquello que tanto ansiabas?
Lograr un objetivo que se ha anhelado durante mucho tiempo puede implicar distintas reacciones según sea la persona, y éstas no son predecibles. Esto vale tanto para un logro deportivo como el de Messi como para cualquier otro ámbito de la vida: un puesto de CEO en la empresa largamente acariciado, una oposición aprobada a la que hemos dedicado muchísimo tiempo o un triunfo artístico en el que hemos puesto todo lo que tenemos.
Idealmente, cuando alcanzamos una meta nos sentimos bien, llenos de energía y plenos de felicidad, pero puede ocurrir que nos inunden sentimientos negativos, o que el éxito no sea como lo esperábamos y la ansiada "felicidad" no llegue. A veces, una vez logrado el objetivo, sentimos que ya no tenemos nada más que hacer y no sabemos continuar con nuestra vida. Se corre el riesgo de entrar en un estado de depresión o incluso de ansiedad. Se trata del "vacío del éxito". Por eso, lo más importante es "no obsesionarse y disfrutar del camino", como nos indica la psicóloga Lara Ferreiro.
Si se ha llegado a ese éxito de manera sana, es fundamental saber que "el triunfo va a conllevar un cambio, y hay que saberlo gestionar". En ese sentido, la psicóloga destaca la importancia de cuidar el tema del ego. "Siempre hay que tocar la tierra con los pies y conducirse con humildad. No permitir que el narcisismo secundario por compensación se suba a la cabeza".
Con el objetivo cumplido también puede llegar la desmotivación, la sensación de que nos hemos quedado sin motivos para seguir adelante. Para evitar que esto pase, debemos "definir lo que significa el éxito para nosotros" para evitar que se nos vuelva en contra, darnos un tiempo para asimilar la situación mientras buscamos un nuevo objetivo. Hay que pensar que siempre hay una nueva meta que cumplir, "mantener el hambre de aprendizaje, crecer, buscar nuevos retos, innovar y no pensar que ya se sabe todo", explica Ferreiro.
Otra posible reacción al conseguir el éxito ansiado puede llegar desde la crítica, a través del denominado síndrome del impostor. Ocurre cuando, por ejemplo, conseguimos un puesto de mucha responsabilidad y pensamos que "no estamos preparados, que no somos los suficientemente buenos, que somos un fraude y nos van a descubrir". Cuando la situación nos sobrepasa en ese sentido, la indicación de la psicóloga es clara: "hay que ir a terapia". Trabajar la autoestima con la ayuda de un especialista y recordar que si nos han elegido es por una razón, y si nos propusimos conseguir el puesto también fue por una razón.
¿Se puede morir de éxito? Por supuesto. Para evitar eso, hay que ser "muy realistas", tener conciencia de que el éxito es temporal, de "que no vamos a estar siempre en la cresta de la ola y que en la vida hay valles y picos, por lo que es importante mantener los pies en la tierra". Pero además conviene rodearse de un un "buen círculo social, familiar y personal que te ate a la realidad". De nada sirve rodearse de palmeros que te digan todo el tiempo lo bueno que eres. Lo importante es tener gente a tu alrededor que te hagan ver dónde estás, que te ayuden y te den confianza.
Para mantener los pies sobre la tierra es vital "reevaluar nuestras fortalezas y debilidades, analizar lo que no nos gusta de nosotros para poder cambiarlo y tener mucha conciencia de uno mismo". También saber perdonarse los errores y aprender de ellos, "ser compasivo con uno mismo". Y, por supuesto, saber gestionar las críticas y ser conscientes de que "siempre va a haber gente que te va a criticar y forma parte del precio que se paga". Lo importante es ser uno mismo, seguir aprendiendo y estar agradecidos por lo que hemos conseguido y lo que nos queda por conseguir.