Verlo todo de color de rosa, siempre el lado bueno de las cosas, no es tan bueno como parece. Al contrario. A lo largo de nuestra vida nos han enseñado que siempre hay que ver el vaso medio lleno, pero una cosa es ser una persona con una actitud positiva, y otra caer rendido en el pensamiento positivo, lo que el psicólogo sanitario Buenaventura del Charco, autor de ‘Hasta los cojones del pensamiento positivo’ (MR Ediciones, Planeta), considera “un discurso demagógico y reduccionista que en el fondo intenta crearnos la fantasía de que todo depende de nosotros y de cómo lo interpretamos, de que tenemos un control total y absoluto sobre nuestro bienestar”.
Ahí está lo que del Charco ve como uno de los problemas más graves del pensamiento positivo: oculta nuestras emociones negativas. “Esa es su principal motivación, hacer desaparecer lo que nos duele en lugar de entender de dónde viene para solucionarlo”, comenta el psicólogo.
Realmente nadie quiere estar mal, cada uno trabaja para conseguir acercarse a la felicidad. Sin embargo, los malos momentos o las emociones desagradables son totalmente naturales y, taparlas, tiene una serie de consecuencias psicológicas negativas que el autor admite que pueden ser “terribles”.
“La represión emocional y evitar esos sentimientos es uno de los mayores factores de psicopatología y malestar que conocemos. Además, promueve una imagen de nosotros como individuos frágiles, incapaces de enfrentarnos al dolor o a la frustración al sobreprotegernos continuamente con técnicas automanipulativas”, alerta el psicólogo.
Pero esto no es lo único, pues tal y como apunta, al ocultar nuestra realidad interna podemos llegar a “no entendernos o, lo que es peor, a sentirnos mal con nosotros mismos por no permitirnos sentir esa realidad que, al ser la parte jodida de nosotros, suele ser la que más cariño, atención y cuidado necesita”, concluye en este sentido Buenaventura del Charco.
Por todo ello, realmente pasar malos momentos y emociones que no son las más agradables, pero que realmente son buenas para nosotros. Así, el psicólogo da tres motivos principales del porqué:
Sabiendo todo la anterior surge una duda clara. El dolor es necesario para el ser humano. Sin embargo, ¿cómo es posible llevarlo y soportarlo sin caer en el pensamiento positivo que critica el psicólogo?
La clave, cuenta, “es no buscar una receta o forma de hacer las cosas, ni siquiera técnicas de psicología, sino la honestidad emocional. Darnos cuenta de qué nos pasa y cómo nos hace sentir, de qué necesitamos y, desde ahí, actuar en coherencia, compromiso y lealtad con nosotros mismos y nuestra forma de entender la vida, más escucha y congruencia con la parte que sufre”.