A Matthieu Ricard, doctor en biología molecular, monje budista y asesor personal del Dalái Lama, se le conoce como 'el hombre más feliz del mundo' desde que hace unos años científicos de la Universidad de Wisconsin estudiaron su cerebro. Quedaron absolutamente fascinados con el nivel de felicidad de este francés de 74 años. Él mismo cree que alcanzar ese estado es más sencillo de lo que creemos y nos ofrece las claves para conseguirlo.
Los investigadores conectaron 256 sensores al cráneo de Ricard, sometiéndolo a constantes resonancias magnéticas nucleares de hasta tres horas de duración para detectar niveles de estrés, enfado, etc. El alto nivel de actividad encontrado en la corteza prefrontal izquierda de su cerebro, asociado a las emociones positivas, fue revelador: el monje alcanzó un resultado de -0,45, siendo -0,3 el nivel más alto de felicidad establecido y 0,3 el más infeliz. Ningún otro humano testado se ha acercado a esa cifra.
¿Cómo es posible sentir tanta felicidad? A lo largo de los años Ricard ha reflexionado en libros, artículos y entrevistas sobre cómo sortear los obstáculos que nos impiden ser felices. A juicio del monje, el altruismo y la compasión son dos respuestas claves. "La búsqueda de la felicidad egoísta no funciona, es una situación en la que todos pierden. Uno hace miserable su propia vida mientras hace miserable la vida de todos los demás. Por el contrario, el altruismo es una situación en la que todos ganan", contaba en una entrevista en la BBC.
"La felicidad no es un estado de exaltación que hay que perpetuar a toda costa, sino la eliminación de toxinas mentales como el odio y la obsesión, que envenenan literalmente la mente. Para ello, es preciso aprender a conocer mejor cómo funciona ésta y a tener una percepción más cabal de la realidad", explicaba en 'En defensa de la felicidad' (Urano, 2011).
Otro elemento que marca la referencia en opinión de Ricard es la perspectiva. "¿Qué es lo que realmente me hará sentir satisfecho? A menudo, vamos buscando la felicidad donde no la hay, corremos a las causas del sufrimiento. Aquí es donde nos ayuda la educación, la cultura, la reflexión, la lectura", explicaba en una entrevista a Elle.
Preguntado por si la tristeza es algo que creamos en nuestro cerebro o es la sociedad la que nos hace infelices, el monje sostiene que "una mente distraída no es una mente feliz, una mente rumiando no es una mente feliz y aa sensación de autoimportancia exacerbada tampoco conduce a la felicidad".
En conclusión, la felicidad para él es "una forma óptima de ser que resulta del cultivo de muchas cualidades fundamentales como el altruismo, la compasión, la libertad interior, la resiliencia, el equilibrio emocional, el equilibrio interior y la paz interior. Y, a diferencia del placer, todas estas cualidades son habilidades que pueden cultivarse mediante la práctica y el entrenamiento de nuestra mente".