En una época en la que estamos más expuestos al estrés y la ansiedad, cada vez es más necesario tener a mano herramientas o métodos que nos permitan manejar y dar sentido a nuestras sensaciones y pensamientos. Una de esas técnicas que cada vez más personas está incorporando a sus vidas es el journaling o escritura expresiva, consistente en expresar pensamientos, experiencias, reflexiones o hábitos. Una manera de desahogarse similar a los diarios personales de la infancia y la adolescencia, aunque aquí no hace falta escribir todos los días, sino solamente cuando sea necesario.
Los beneficios de la escritura expresiva a nivel psicológico y fisiológico están documentados por decenas de estudios, aunque uno de los más relevantes fue el del psicólogo social de la Universidad de Texas en Austin, James A.Pennebaker, que en 1986 descubrió que etiquetar las emociones y reconocer los sucesos traumáticos tiene un efecto positivo.
Ahora bien, escribir sobre momentos angustiosos no tiene por qué tener el mismo efecto en todas las personas. Por eso es tan importante descubrir aquello sobre lo que se va a escribir. No hay una receta única para llevar a cabo esta práctica. Puedes registrar en un cuaderno (o en Microsoft Word, lo que te resulte más cómodo) tus miedos, tus esperanzas, tus deseos, tus proyectos o simplemente lo que has desayunado por la mañana.
Basta con destinar entre 5 y 20 minutos al día para plasmar nuestras reflexiones y experiencias, pero sin forzar. Es importante que las ganas de escribir sean verdaderamente naturales. Si no te sientes inspirado, déjalo para otro momento. A partir de ahí, hay varios tipos de escritura expresiva.
Una fórmula es el el diario de gratitud, en el que se escriben las cosas que se agradece del día. Quienes llevan este diario presentan mayores niveles de satisfacción vital. Otro tipo es el diario de cartas no enviadas, que consiste en registrar todos aquellos mensajes que, por vergüenza o pánico, no fueron remitidos a las personas de nuestro entorno.
Otros métodos para poner en práctica esta técnica no implican necesariamente escribir. Por ejemplo, el diario-collage o el diario de una foto al día, dos maneras alternativas de registrar pensamientos. También se pueden usar dibujos, tablas, frases cortas o mapas mentales que dinamicen las ideas.
Asimismo se puede hacer una combinación de algunas (o todas) de las anteriores técnicas, o simplemente dejar volar la imaginación sin un plan preconcebido, simplemente dejando permitiendo que fluyan los pensamientos.
Aparte del impacto positivo que tiene en la mente escribir sobre nuestras experiencias, sean buenas o malas, implementar el journaling nos beneficia a la hora de simplificar nuestras ideas y tener acceso a ellas cuando las necesitemos para poder dar respuesta a los problemas que te surjan.
Cuántas veces habremos tenido una idea brillante mientras desayunamos o viajamos en autobús que no hemos apuntado porque creemos que la recordaremos perfectamente. La realidad es que nuestro cerebro descarta los pensamientos efímeros. Por eso, depositar esos pensamientos en un cuaderno, abre un espacio para su desarrollo y estimula nuestra creatividad.
Otra ventaja del journaling es que fomenta el autodescubrimiento y el desarrollo personal. Nos permite crear un concepto de nosotros mismos realista y libre de prejuicios. Ver cómo se traducen nuestros sentimientos en palabras nos da las claves necesarias para comprender nuestros pensamientos.