Ya están aquí. Casi podemos tocarlas. Algunos afortunados hace algún tiempo que vienen disfrutando de ellas. Nos referimos a las vacaciones de verano, el objetivo para el que muchos trabajan a lo largo del año. Pero llegamos a ellas sin energía, quemados, abrasados como después de haber sobrevivido a un par de olas de calor. ¿Qué hacer para aguantar el último tirón en el trabajo (y en la vida) con fluidez? ¿Cómo entregarnos al descanso de un modo sano? ¿Cómo evitar la ansiedad de los primeros días de desconexión? Hablamos con expertos.
Los expertos llaman a esto ‘cansancio estacional’ y no es un concepto teórico, sino una realidad palpable. Así lo refleja un estudio sobre bienestar realizado por la aseguradora Cigna en el que se destaca que un 40% de la población española está experimentando por estas fechas un agotamiento mayor al habitual, incapaces de relajarse y recargar energía. Otros expertos atacan directamente al propio sistema capitalista, organizado para que el trabajador tenga periodos de descanso pero solo para que vuelva a rendir, pero eso es un tema más complejo.
Este cansancio genérico se debe a factores como la falta de tiempo libre que ha ido acumulándose a lo largo del año, la presión de mantenerse productivos y conectados, el desequilibro entre la vida personal y profesional, la respuesta a una vida social muy demandante y también las altas temperaturas. Todo ello puede conducir a episodios de estrés y agotamiento que pueden perjudicar la salud.
Sin embargo, lo que los especialistas consideran más negativo es que estos sentimientos estresantes pueden aumentar el riesgo de sufrir anhedonia, una pérdida de interés o placer en las actividades cotidianas, ya sea en el trabajo o durante las vacaciones. ¿Cómo podemos superar esta falta de interés?
Los expertos aconsejan empezar a entrar en modo vacaciones unos días antes. Empieza a planificar qué puedes hacer de nuevo en esos días de ocio, estimula tu imaginación para hacer algo distinto, de manera que el cerebro tenga que pensar y organizar rutas diferentes. Esas conexiones neuronales inéditas nos harán salir del modo automático para entrar en el modo consciente, necesario para disfrutar de las experiencias que nos esperan.
Vivimos en permanente conexión con el mundo, algo que nos ofrece muchos beneficios, sobre todo desde el punto de vista profesional. Pero también tiene algunos inconvenientes; entre ellos la incapacidad de desconectar digitalmente y lograr un verdadero descanso. Acceder a la información o a determinados servicios de manera casi instantánea hace que nuestro cerebro busque continuamente estímulos. No es raro porque está programado para pensar, relacionar y procesar información continuamente.
Para evitar caer en ese bucle digital, los especialistas de Cigna proponen poner límites con la tecnología estableciendo horarios específicos para revisar el correo electrónico o las redes sociales, mejor días antes de iniciar el descanso. Dejar las distracciones tecnológicas también requiere un entrenamiento.
Es esencial que en épocas en las que el cansancio es más latente desconectemos una vez nuestra jornada haya finalizado. No seguir mirando notificaciones en el mail, móvil o cualquier otro dispositivo. Despejarnos a través de actividades como el deporte puede ayudarnos a no estar pendientes de nuestro trabajo fuera de horario. Por supuesto, también es responsabilidad de la organización no enviar mensajes a deshoras a no ser que sea de máxima urgencia.
Cuando nos sentimos agobiados y sobrepasados por el trabajo, lo primero que hacemos es pensar en los días que nos quedan para las vacaciones. Al final, psicológicamente es contraproducente porque el camino se nos hará aún más largo y la motivación decaerá. Una solución a esto podría ser pensar en lo positivo que tenemos en este momento, encontrar el disfrute en aquello que estamos haciendo y, en la medida de lo posible, dejar aquello que nos resulta más complejo para otro momento en el que nos encontremos más despejados.