Están en todas partes y, muchas veces, ocupan posiciones de poder. No solo poder en el entorno profesional, sino también en la esfera íntima. Puede ser un jefe, pero también un amigo, un hermano, un hijo, alguien con quien se tiene una relación de conveniencia -un cliente o un inquilino- y hasta la propia pareja. Hablamos de las personas narcisistas, esas que, siguiendo el mito de Narciso (del que toman nombre) creen que son únicas, irreemplazables y, sobre todo, superiores al resto.
El narcisista tiene un alto concepto de sí mismo. El mejor posible. Por tanto, todos y todo debe plegarse a sus aspiraciones y apetencias. Detectarlos y saber tratarlos es fundamental si queremos que nuestra salud mental no se resienta.
Lo primero es saber de qué tipo de perfil estamos hablando. "Un narcisista es una persona que siempre acaba teniendo razón, que nunca te va a pedir perdón, que nunca tiene culpa de nada. Son personalidades muy egoístas y manipuladoras. Pueden ser también mentirosas compulsivas y no tienen ningún tipo de escrúpulo para salirse con la suya", explica la psicóloga Lara Ferreiro, autora del libro 'Adicta a un gilipollas', un extenso recorrido por un universo plagado de narcisistas.
La experta admite que su consulta está llena de víctimas de personalidades narcisistas, y la razón es que no conocen límites ni saben lo que es la empatía. "Los narcisistas no tienen miedo en pisar a los demás con tal de ganar. Para ellos, el fin siempre justifica los medios. Machacan a los demás, a quienes consideran títeres, y los pueden manipular para conseguir sus intereses. Son personas que instrumentalizan a otras; es decir, no ven a los demás como personas, sino como instrumentos al servicio de sus objetivos", señala Ferreiro antes de hablar de los dos principales tipos de narcisismo: "Hay dos clases de narcisistas: el primario y el secundario. El primario cree que tiene todas las virtudes posibles. El secundario, en cambio, está lleno de complejos. Es el típico que cree que es poca cosa, pero que, si le va bien en la vida, empieza a presumir, pero desde la carencia porque, en el fondo, no cree en él, sigue tan acomplejado como en su infancia".
Los perfiles narcisistas pueden hacer mucho daño en cualquier relación humana precisamente porque no se detienen ante ningún límite. Su hábitat natural es el abuso de poder. La actualidad muestra a diario comportamientos narcisistas. Por poner un solo ejemplo: el caso Rubiales. La psicóloga lo confirma: "Los hombres narcisistas humillan a las mujeres y no asumen su responsabilidad ni piden perdón".
La pregunta es hasta qué punto son responsables de este comportamiento si es algo que deriva de su temperamento. Dicho de otra manera: ¿el narcisista nace o se hace? "Desarrollamos la personalidad entre los cero y los 22 años. Puedes tener una base narcisista, pero luego la crianza de los padres, las experiencias de la infancia, también marcan. Pero siempre tiene una base temperamental, aunque el entorno influya en la personalidad", asegura Lara Ferreiro.
Para la experta, detectarlos es sencillo. "Es muy fácil reconocerlos. Abusan de su poder y siempre van a querer tener la razón en todo. Además, acaban con la autoestima de los demás. Te hacen sentirte mal. La otra persona se puede sentir anulada. Acabas callándote todo lo que piensas porque, además, se apropian de los méritos de los demás. En la pareja y en el trabajo suelen ser líderes", explica.
'Por sus obras les conoceréis'. A los narcisistas también es fácil reconocerlos por una serie de técnicas cuyo objetivo es mantener a los demás bajo sus dominios. Lara Ferreiro establece cinco estrategias básicas en el manual de cualquier narcisista:
Convivir con una persona con un perfil mayoritariamente narcisista tiene más riesgos que ventajas. Es importante el matiz mayoritario porque rasgos narcisistas se dan en casi todas las personalidades. La cuestión es en qué proporción. Cuando una persona es marcadamente narcisista, ¿cómo podemos gestionar sus ataques de ego? "Conviene elegir las batallas. Yo no me enfrentaría a un narcisista porque su ira puede crecer e ir contra nosotros. No interesa por nuestra salud mental", sostiene Lara Ferreiro.
Elegir cuándo y qué causa merece que pongamos límites es la otra gran cuestión: "A veces es más práctico transigir con el narcisista y reforzar la autoestima fuera de esa relación o de ese trabajo. Profesionalmente, si el abuso continúa, sería bueno intentar cambiarse de área o de trabajo, incluso. Si hablamos de una relación de pareja, hay que romper todo el contacto porque el narcisista siempre va a querer volver para seguir ejerciendo su poder", advierte la experta.