Todos hemos visto a alguno en acción. El típico sabelotodo que va pontificando en voz alta sobre cualquier tema, ya sea política, economía deporte o cambio climático. Y basta con que en algún momento toque algún asunto que tú conozcas especialmente para darte cuenta de que, por debajo de toda esa vehemente verborrea, en realidad no tiene ni idea. Es el 'síndrome del cuñado' o efecto Dunning-Kruger, un fenómeno por el cual ciertos individuos con escasos conocimientos y habilidades limitadas se consideran superiores a otras personas más inteligentes y más preparadas que ellos al experimentar una especie de complejo de superioridad.
Lo peor es que las víctimas del efecto Dunning-Kruger no se limitan a opinar de todo sino que intentan hacer pasar sus ideas por verdades absolutas, despreciando y haciendo de menos a quienes no comulgan con ellos. Lidiar con estas personas no es fácil porque suelen tener un pensamiento muy rígido e intentar corregirles servirá de poco.
La teoría de este efecto se desarrolló en 1995 por los psicólogos estadounidenses, David Dunning y Justin Kruger, después de que un hombre robase dos bancos en Pittsburg a plena luz del día sin ningún tipo de máscara para proteger su identidad. El individuo se había rociado los ojos con zumo de limón convencido de que eso impediría que se viese su rostro por las cámaras de seguridad. En realidad la idea la había cogido de dos amigos a los que escuchó bromeando sobre el hecho de que atracarían un banco usando esa técnica para no ser reconocidos.
Esa historia llegó a oídos de Dunning, quien, asombrado, se hizo una pregunta: ¿Es posible que mi propia incompetencia me impida ver esa incompetencia? Junto a su colega Justin Kruger realizó una serie de experimentos y llegaron a la conclusión de que cuanto mayor era la incompetencia de la persona, menos consciente era de ella. Las personas que padecen este síndrome tienden a sobreestimarse a ellos mismos, son incapaces de reconocer la inteligencia del resto y tampoco reconocen su ineptitud. La buena noticia era que este efecto se diluía a medida que la persona incrementaba su nivel de competencia y se volvía más consciente de sus limitaciones.
El problema de la percepción irreal sobre uno mismo se debe a que para hacer algo bien, hay que tener al menos un mínimo de habilidades y competencias que nos permitan estimar con cierto grado de exactitud cuál será nuestro desempeño en la tarea. De hecho, el efecto Dunning-Kruger se puede apreciar en todas las áreas de la vida. Un estudio realizado en la Universidad de Wellington reveló que el 80% de los conductores se califican a sí mismos por encima de la media, lo cual estadísticamente es imposible.
Si sospechas que padeces, has padecido o podrías padecer el efecto Dunning-Kruger y no quieres convertirse en la clase de persona que opina sobre todo sin saber de nada, aplícate estos consejos: