La inteligencia emocional (IE) está de moda. No solo en las relaciones de pareja, sino también en el ámbito laboral. Todo el mundo demanda este requisito, pero no es algo tan sencillo de encontrar. Hablamos de la capacidad que las personas tienen para reconocer, comprender y gestionar sus propias emociones y las de los demás. Desarrollarla puede ayudarnos a generar y sostener relaciones más sanas, gratificantes y productivas.
El término lo acuñaron los investigadores Peter Salavoy y John Mayer en su artículo 'Emotional Intelligence” ,publicado en la revista Imagination, Cognition and Personality en 1990. Sin embargo, el término alcanzó popularidad gracias al libro hómonimo escrito por Dan Goleman en 1995. Mejorar la IE no es tan fácil, pero expertos de la Universidad de Harvard han encontrado la clave para comenzar a trabajar con ella con éxito.
La profesora Margaret Andrews explica en un artículo publicado por la División de Educación Continua de Harvard que el camino a la inteligencia emocional es único para cada persona y exige un esfuerzo continuo y constante, pero los frutos que pueden recogerse merecen la pena. "La IE es fundamental para construir y mantener relaciones e influir en los demás”, explica Andrews, ya que se trata de “habilidades clave que ayudan a las personas a lo largo de su carrera y en cualquier lugar de una estructura organizacional”. Para adquirirla o mejorarla, la experta sugiere los siguientes pasos.
El primer paso siempre ha de ser tratar de identificar tus propias emociones y entenderlas. Por ejemplo, en una discusión de pareja acalorada lo ideal sería saber de dónde provienen y cuáles son las emociones que te embargan. Pregúntate que es lo que te domina. Si estás molesto, decepcionado o triste. Todas son emociones válidas, pero si eres capaz de reconocerlas también será más sencillo poder manejarlas. Saber lidiar con las emociones es fundamental en la gestión de conflictos, pues podrás expresar con más claridad lo que sientes y la comunicación será más efectiva.
Escuchar lo que los demás tienen que decir es esencial en el desarrollo de la inteligencia emocional. Sobre todo porque es muy posible que tanto tu pareja como tus compañeros de trabajo o tus amigos noten cosas que tú no eres capaz. Es importante preguntar a nuestro círculo cercano sobre cómo consideran que es nuestra reacción ante determinadas situaciones imprevistas, como conflictos repentinos, malas noticias o planes que no salieron bien. Tener la posibilidad de vernos desde fuera es la mejor manera de entender qué es lo que no salió bien en aquella ocasión y empezar a trabajar en reconducirlo.
Para mejorar la inteligencia emocional no basta solo con desearlo. Hay que proponérselo y buscar toda la ayuda posible. Andrew recomienda en ese sentido leer mucha literatura. Hacerlo nos vuelve más empáticos y mejora nuestras habilidades para escuchar y comprender a los demás. El tener una conciencia social permite entender la visión de los demás, aceptar que sus emociones son igual de válidas que las nuestras y llegar a puntos de encuentro.