Navegar a la contra en la sociedad actual no está bien visto. Hacer las cosas de forma distinta a los demás cotiza a la baja, como si romper con la norma, cuestionar los paradigmas existentes y pensar de otra manera fuese una frívola excentricidad en sí misma. Y no. No deberíamos tener miedo a ser diferentes, ni sentir vergüenza, ni culpa. Eso es lo que propugna el doctor en psicología Sergi Rufi, que acaba de publicar 'La belleza de la rareza' (Libros Cúpula), un punto de vista rebelde y provocativo sobre el valor de la diferencia.
Rufi se considera a sí mismo raro y bello, "en el sentido que no me siento culpable por ser quien soy. Acepto más mi forma natural de ser, mis rarezas, mi particularidad, y conozco mejor mi lugar en el mundo". Ese autoconocimiento es a lo que todos deberíamos aspirar, sin temor a no encajar en un molde prefabricado. Pero ¿qué significa ser diferente? " Ser sensible, rebelde, curioso, reflexivo, creativo, introvertido (o ambivertido). Tener un mundo interior, gustos, principios e intereses propios. Y haber sido avergonzado por ello. No creerte la versión oficial porque sí. Estar más interesado en que el mundo evolucione, que en replicar su ubicua monotonía y falta de originalidad", nos contesta, dejándonos bien claro de qué palo va.
¿Mola ser raro?
Cuando te quitas capas de culpa por serlo y encuentras tu lugar en el mundo, sí. Pero al principio se sufre más porque chocas con las expectativas y deseos oficiales ('normales').
¿Cuándo y por qué decidiste que lo tuyo iba a ser la psicología?
Por descarte. Empecé Derecho sin ninguna motivación y lo detesté. Me sentía tan confundido y desorientado que solo me quedaba la Psicología para tratar de comprenderme más.
Aseguras que las personas son replicantes o evolutivas. ¿Elegimos ser lo que somos o venimos así de fábrica? O dicho de otra forma, ¿es posible reinventarse?
Venimos un poco de fábrica. Tenemos una tendencia de base hacia la imitación o la novedad, hacia la repetición o la originalidad. Aunque la vida incluye muchas etapas. De niños tenemos más tendencia a ser evolutivos pero nos obligan a replicar. De adultos muchos tiran la toalla para encajar mejor, pero en la vejez muchos recuperan el espíritu original de su rareza propia y ritmo personal.
En cuanto a la reinvención, es otro lema-imán del sueño americano que acaba en pesadilla. A nivel profesional podemos dar un giro a nuestra carrera (aunque pocos lo hacen). Pero a nivel psicológico estamos más cimentados que un muro de hormigón. Deberíamos conocernos mejor para respetarnos más y aceptarnos mucho más. Se trata más cambiar cómo nos relacionamos con nosotros que tratar de cambiarnos a nosotros. Eso lo cambia todo.
¿Cómo se aprende a quererse más (y mejor) a uno mismo?
Hay cuatro niveles. A nivel racional, leyendo libros de psicología que no te exijan tanto y te culpabilicen más. A nivel emocional, liberándote de traumas emocionales del pasado. A nivel social, encontrando un grupo de semejantes que te comprendan y acompañen en tu camino. Y a nivel espiritual, sintiendo el orden invisible que nos conduce sin pausa ni error a nuestro destino.
¿De verdad crece menos quien preserva sus vínculos familiares que quien se distancia de ellos?
Es más complejo. En algunos casos, distanciarnos del núcleo familiar puede ser precisamente la clave para preservarlo y seguir creciendo.
¿Qué le dirías a todos esos psicólogos que alientan a ser “la mejor versión de uno mismo”?
Que dejen de presionar tanto a la gente, que dejen de co-crear más estrés y ansiedad en el mundo con la idea de la 'mejora constante'. La mejor versión es la que mejor se adapta a cada situación, y hay tantas versiones personales como situaciones. Y muchas brotan naturalmente sin necesidad de tanta amenaza, presión y culpa, con más conocimiento, cariño y comprensión.
¿Y a todos esos a los que sí les funciona el enfoque ‘happy flower’?
Muchas felicidades. Todos somos diferentes, nada le funciona a todo el mundo. Unos son replicantes y otros evolutivos. Que dejen de imponer la sonrisa impostada a todas horas y respeten las diferencias.
Dices que el sentimiento de culpa es adictivo. ¿Lo puedes desarrollar un poco?
La cultura oficial nos ha educado, socializado y civilizado con castigo y vergüenza. Hasta confundir amor con culpa. 'Quien más te quiere, te hará llorar'. Así, la presión y la evitación del sentimiento de culpa acaba motivando a mucha gente. Aunque se llega más lejos con comprensión y empatía, y haciendo las cosas por valores, gustos y principios. En lugar de hacerlas para evitar sentirnos mal después.
Los padres de hoy ¿tienden a ser demasiado sobreprotectores con los hijos?
Los padres de hoy son los hijos del abuso de poder de otras épocas y no quieren repetir la misma historia. Por eso, ahora toca lo opuesto, la ausencia de autoridad. Ya llegaremos al término medio.
¿Lo de ‘querer es poder’ es lo peor que podemos enseñarles?
Totalmente, estamos muy condicionados biológica y emocionalmente. Sin duda, podemos hacer muchas cosas, tantas como cosas no podemos hacer. Es tan pedagógico conocer los propios límites, como soñar con los ojos abiertos. Sin que nos engañe la publicidad.
¿Por qué somos tan de tropezar en la misma piedra?
El error repetido es norma, somos mamíferos, animales de costumbre. Lo hacen los de arriba, y lo hacen los de abajo. La sociedad es un grupo de ciegos guiando a otros ciegos.
¿Se ha malinterpretado o pervertido demasiado el concepto de libertad?
Se ha abusado de él sí. La idea de libertad individual no existía en Europa hasta hace unos pocos siglos. La revolución de la razón nos liberó de los dogmas religiosos, pero nos esclavizó en sueños de megalomanía, que nos han hecho sentir más aislados y perdidos. Estamos muy condicionados por nuestra cultura, cuna, familia e infancia. Lo cual no quita que podamos ser felices y lograr muchas cosas, pero ni mucho menos todas. Y no es culpa nuestra. Así es la vida para todos.
Afirmas que hasta que nos hacemos amigos de la soledad no vivimos la vida en libertad. ¿También de esa soledad no deseada cada vez más extendida?
La soledad no deseada es enfermedad, la elegida medicamento. Saber pasar tiempo en soledad aumenta la calidad de nuestras relaciones. Nos volvemos menos dependientes y por lo tanto, más selectivos y honestos con la gente.
Veo que eres activo en redes sociales, pero dices que han creado una epidemia de falsos extrovertidos. ¿Eres uno de ellos?
En las redes sociales todos parecemos extrovertidos pero te puedes compartir de muchas formas. Los influencers, actores y modelos venden una vida de perfección, éxito y completitud, crecen creando comparación, envidia y necesidad. Yo soy un raro, un solitario social, y represento a otro tipo de gente más honesta.
¿Con qué esperas que se quede el lector de ‘La belleza de la rareza’?
El libro es un viaje emocional hacia el centro original de uno mismo. Espero que el lector tenga más conocimiento de sí mismo, desaprenda falacias de la psicología oficial y sienta más comprensión, ligereza, paz, calma, esperanza y confianza en sí mismo. A la vez que suelte mucha culpa y soledad.