Sentir que no somos escuchados, que no formamos parte de la cadena de decisiones en el entorno familiar o que solo nos buscan para obtener un beneficio nos puede dejar un mal sabor de boca y una sensación de ira soterrada que un día puede terminar explotando. Muchas veces, en el día a día, sabemos que vivimos alguna situación injusta, pero no lo expresamos porque creemos que si sacamos nuestro carácter vamos a ser rechazados.
El rechazo no tiene por qué ser la respuesta. Todo lo contrario. Según expertos como Sonia Díaz Rois, especialista en gestión de la ira y eneagrama, expresar nuestra disconformidad con algo puede ser un recurso de calado para alcanzar el bienestar y, de paso, mejorar nuestra autoestima al convertirse en un logro, una tarea pendiente que hemos logrado acometer con éxito.
La clave es cómo sacamos eso que llamamos 'carácter'. La ira y la impulsividad son características que se asocian a los enfados y tienen connotaciones negativas, pero, en realidad, son emociones funcionales; es decir, sirven a un propósito, como puede ser recuperar un derecho o lograr que nuestro criterio sea escuchado.
Aún así, enfadarse requiere que haya un motivo de peso. En caso contrario, si siempre estuviéramos furiosos, simplemente seríamos personas insufribles. No tendríamos carácter, solo seríamos desagradables. Por tanto, hay que saber enfadarse: sacar el carácter de manera efectiva también tiene su técnica.
Para Sonia Díaz Rois, enfadarse bien requiere de grandes dosis de auto-observación. Conocer el propio semáforo emocional para controlar el nivel de reactividad es clave. Además, la experta ofrece las siguientes claves:
Para la experta, algunas situaciones cotidianas necesitan que se aborden de manera firme y determinada, pero sin prepotencia. ¿Cúales son esas situaciones? Diaz Rois establece cuatro circunstancias en las que tenemos que hacernos oír, sin que eso signifique perder las formas ni faltar al respeto.